domingo, 11 de diciembre de 2011

Una propuesta indecente

Son tiempos racionales, pero ya ni tanto. Miren las portadas de los periódicos. Ya no publican noticias sino chismes sobre la vida privada de los famosos. Perdemos el control de la palabra y eso es muy grave, porque estamos a punto de perder nuestros poderes.  

La gente que se asusta por como van las cosas vuelve a sus viejos fundamentalismos que se apoyan, sobre todo, en el miedo al otro. Es una confesión humana de que se ha cedido la voluntad de poder, de control de todo para todos (haremos un mundo con relaciones humanas perfectas, pondremos a las máquinas a trabajar por nosotros para librarnos del trabajo, controlaremos la naturaleza y la explotaremos para mejorar nuestra calidad de vida).  Los románticos advirtieron que no se podía controlar todo (ahí la vida de la muerte, las pasiones, la naturaleza que se venga), pero igual, el abandono de la razón a favor del miedo racional a nosotros mismos, que irracionalmente se traduce en miedo al otro (que a la vez se traduce en sálvese quién pueda) nos hace menos humanos puesto que dejamos de ser dioses. 

Pero en la obra del inglés aquél, William Shakespeare, Calibán usó el lenguaje de Próspero para hacer magia y subvertir el orden que lo esclavizaba. Mandó la plaga roja sobre el amo. Resultó, puesto que Próspero abandona su isla, la de Calibán, en la que nunca quiso estar, y se regresa con todos al lugar de donde vino. Decir palabras mágicas siempre ha tenido un efecto práctico, aun en el occidente racional: "Yo, te bautizo..." "Los declaro"... Es lo que hacen los poetas; decir palabras mágicas. Como Sor Juana dijo: "Siempre tan necios andáis /que con desigual nivel/ a una culpáis por cruel /y a otra por fácil culpáis", y quiero creer yo que esas palabras, luego de dichas son seres que crecen, se expanden, se apoderan del universo y lo vuelven otro, cambian el orden de las cosas. Como hizo Vicente Huidobro: "Desarrolla tus defectos, que es acaso lo más interesante de tu persona", "Un hombre desnudo pesa más que vestido" y muchos miramos el mundo más allá de la cultura burguesa. Se puede destruir para bien. Depende de lo que haya que destruir y cómo se compongan los versos. Octavio Paz pide llamas y espadas para acabar con todo (la soledad):


Dame, llama invisible, espada fría...

Dame, llama invisible, espada fría,
tu persistente cólera,
para acabar con todo,
oh mundo seco,
oh mundo desangrado,
para acabar con todo.
Arde, sombrío, arde sin llamas,
apagado y ardiente,
ceniza y piedra viva,
desierto sin orillas.
Arde en el vasto cielo, laja y nube,
bajo la ciega luz que se desploma
entre estériles peñas.
Arde en la soledad que nos deshace,
tierra de piedra ardiente,
de raíces heladas y sedientas.
Arde, furor oculto,
ceniza que enloquece,
arde invisible, arde
como el mar impotente engendra nubes,
olas como el rencor y espumas pétreas.
Entre mis huesos delirantes, arde;
arde dentro del aire hueco,
horno invisible y puro;
arde como arde el tiempo,
como camina el tiempo entre la muerte,
con sus mismas pisadas y su aliento;
arde como la soledad que te devora,
arde en ti mismo, ardor sin llama,
soledad sin imagen, sed sin labios.
Para acabar con todo,
oh mundo seco,
para acabar con todo.

William Ospina habla del orden inefable de las cosas, más allá de la ciencia de Albert Einstein, que gobierne el corazón, dice:


Poema Oración De Albert Einstein
Advierto con profunda perplejidad
que el hermoso guijarro que abandono en el aire
se precipita recto hacia la tierra.
Tal vez para una hormiga que fuera en el guijarro
seria más bien la tierra lo que cae,
verde planeta que se precipita.
Para el soldado inmóvil
antes de halar la cuerda de su paracaídas
vertiginosamente asciende el mundo.
Y si al pasar el tren ante su cobertizo
el mendigo no viera los vagones
sino al niño que en ellos deja caer la manzana,
vería que la manzana toca el suelo
lejos del sitio donde el niño la suelta,
que la manzana cae oblicuamente.

Advierto que la firme realidad de este mundo
cambia de ser a ser, de conciencia a conciencia.
El gato observa las felinas estrellas.
Nunca verá el astrónomo
que mira el arco de la medialuna
el sobrehumano rostro que esa luna diadema
o esos pies de una virgen que la huellan.
Es tan sincero el mundo
que ni una piedra olvida tener sombra.
La memoria del prado
recuerda el rojo de las amapolas
y al primer soplo tibio lo despliega.

¿Cómo agradeceré que el agua no se incendie
aunque asile en su rostro sereno las hogueras?
¿Cómo agradeceré que las alondras canten
aunque Julieta las maldiga a todas?
Sé que esta luz de estrellas es más vieja que el mundo.
Que estas constelaciones son como un plano fósil
de lo que fue hace siglos el firmamento.
Sé que la masa enorme de los cuerpos celestes

altera el curso de la luz de la estrella
y que ese punto inmóvil que brilla en las alturas
innumerables veces se retorció en su curso,
trazó letras de luz en la piel de los siglos.
Todo rayo de luz porta antiguas imágenes,
y la energía es la terrible victoria
de la materia sobre el tiempo.
Las caprichosas nubes einstenianas
fulminan con sus rayos einstenianos los árboles
y rota la ecuación del vapor leve y del líquido peso
dulcemente se perlan las llanuras.
Me gusta el mundo dócil donde atrapo mis peces
con el anzuelo de un interrogante,
y pregunto en mi alma
cómo agrava la música la substancia del mundo,
qué es lo que escapa del violín y nos hiere.
Se marchita la música
en las elipses de la sinagoga
y Castor envejece más que Pólux.

Gracias, Señor, porque no tienes rostro,
porque eres rosa y dédalos de azufre
y muerte tras la herida y tras la muerte larvas
y previsibles astros tras los discos de eclipses.
Permíteme atrever mis inútiles fórmulas,
líricos mecanismos, serventesios de cuarzo,
trinos brotando de un vértigo de átomos.
¿Qué puedo hacer contra el ángel que altera?
¿Contra el que cambia todo azul en cianuro,
toda belleza en daño?

Algo mayor que el mal rige estos mundos.

Cada mañana pido a mi silencio
que el corazón gobierne al pensamiento,
y cada noche pido perdón a las estrellas.
Pero después olvido
y sé, mientras la luna danza en el pozo,
que Dios será sutil, pero no es malicioso.


Como Virgilio Piñera, quien se convirtió en isla un día, como me pasa con alegría en los días en que amanezco marina y me olvido del encierro en las letras, porque no hay mejor cosa que ser isla y que el mar converse.

Isla
Aunque estoy a punto de renacer,
no lo proclamaré a los cuatro vientos
ni me sentiré un elegido:
sólo me tocó en suerte,
y lo acepto porque no está en mi mano
negarme, y sería por otra parte una descortesía
que un hombre distinguido jamás haría.
Se me ha anunciado que mañana,
a las siete y seis minutos de la tarde,
me convertiré en una isla,
isla como suelen ser las islas.
Mis piernas se irán haciendo tierra y mar,
y poco a poco, igual que un andante chopiniano,
empezarán a salirme árboles en los brazos,
rosas en los ojos y arena en el pecho.
En la boca las palabras morirán
para que el viento a su deseo pueda ulular.
Después, tendido como suelen hacer las islas,
miraré fijamente al horizonte,
veré salir el sol. la luna,
y lejos ya de la inquietud,
diré muy bajito:
¿así que era verdad?

Como Virgilio Piñera, quien se convirtió en isla y dejó que hablara el viento, hagamos magia. Hacer otro mundo es pensarlo, primero, luego decirlo. El orden de las cosas siempre sigue a las palabras. Porque somos dioses y el mundo sale del verbo, más allá de los temblores.


viernes, 25 de noviembre de 2011

Crónica de un viaje con un cronista, un periodista viajero, una cantante y un niño

Fotos por Ernesto Trevisani Pérez

Saint Nazaire y Camboya:  Sabía que allí, en Saint Nazaire, había una casa de escritores y traductores.  Que se habían interesado por publicar literatura puertorriqueña y hacia allá íbamos a mover el avispero a ver si muerde esta literatura nuestra alguna mano despistada de algún lugar de por allá.

Todos los años publican esos franceses, los de la casa que dirije Patrick Deville, un número dedicado a dos antípodas.  Este año compartimos el evento con Camboya.  Cebolla, lo llamaba mi hijo Ernesto, quien fue parte de la comitiva de puertorriqueños que allí estábamos:  Edgardo Rodríguez Juliá, Héctor Feliciano, Ilca López (cantante de ópera y la deliciosa compañera de Edgardo) y yo.  Dos países en lugares estratégicos de contactos marítimos; Camboya fue colonia (protectorado) de Francia en el Siglo XIX.  Luego, durante la Segunda Guerra Mundial su destino estuvo ligado al de Viet Nam.  Los gringos decidieron entrar a Viet Nam por Camboya, que fue liberada por los vietnamitas cuando expulsaron a los gringos, sólo para que los líderes locales (Pol Pot), al amparo de China Comunista (los Rusos se ocuparon de Viet Nam) terminaran haciendo una limpieza interna que mató a casi dos millones de personas...  Es historia documentada.

Antípodas, dije...  Allá, en medio de ese conflicto se perdió un cuarto de la población, mientras que Puerto Rico se volvió la eufórica "vitrina de la democracia"; esto es, un lugar donde se inyectaba dinero para repeler el peligro rojo en América Latina.  Esos años, su esperanza y su fracaso, los cronicó Edgardo en su amplia escritura, por lo que me sentía bien acompañada.  Sin que eso quitara que la ignorancia del otro, por más que nos dediquemos a leer, era el muerto en el armario de la conferencia.

El editor de la parte camboyana, Phoeung Kompheak, del número 15 de la revue meet, en el que también aparecen escritos de Luis Rafael Sánchez, Edgardo Rodríguez Juliá, Magali García Ramis, Che Meléndez, Mayra Santos Febres, Rafael Acevedo, Francisco Font Acevedo, Yolanda Arroyo Pizarro, Ángel Lozada y Willie Perdomo, se me acercó, cuando apenas faltaba un día para que terminara el evento.  Con tufo a alcohol y cigarrillos, casi no me pudo decir lo que me dijo, lo que le entendí entre inglés y francés...  "Parle francais"  le dije que sí, algo...  para que abandonara la lengua de su lejano imperio y siguiera intentando hablar en un inglés fracturado, "amablemente" tratando de acercarse a mí...  excusándose...  Se supone que la conferencia sea para ponernos en contacto, decía, pero no nos han presentado.  Yo coordiné la parte de Camboya.  No nos han puesto a dialogar en las mesas que son de camboyanos o puertorriqueños con franceses...  Sí, pensaba yo con culpa.  En verdad los franceses nos traen a su circo.  No es que se trate de que nos integremos todos sino que ellos quieren saber, enterarse, sin que ello implique un diálogo en tres sentidos.  Pero nosotros mismos nos separamos. Yo me leí la introducción a la parte de Camboya; vi las películas que llevaron (¿Por qué nosotros no llevamos películas?)...  Todavía no había leído la selección literaria, aunque lo tenía en agenda (¿para cuándo?).  Las introducciones de las antípodas se parecen... la de quien me hablaba porque quería decirme algo, cuenta del esplendor de una civilización antigua vs. la ruina del periodo trágico del 1975 al 1979, de la búsqueda de identidad, de géneros inclasificables en el momento contemporáneo que van de la alegoría, al cuento filosófico, a la epopeya moderna, al cuento clásico, a la novela.  No; no es cierto que esté muy ocupada; he estado aquí disponible.  Sí podemos almorzar mañana (se le habrá pasado la borrachera).  Y bueno.  Quedamos en almorzar.  Me propuse leer la selección de los camboyanos para prepararme para el día siguiente, pero había tanto qué ver.

Los puertos que nos conectan-  Saint Nazaire había sido ocupada por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial.  La ciudad fue completamente destruida.  Sólo quedó el barrio cubano (ellos siempre sobreviven) de lo que fue la ciudad original.  Habrá habido un barrio cubano (y esto es una conjetura que estoy segura que es correcta) porque hasta la abolición de la esclavitud en el XIX Saint Nazaire era el puerto más importante para los tratantes de esclavos franceses.  Si había un barrio cubano habrá sido de tratantes de esclavos; ¿no?  Edgardo estaba fascinado.  Héctor es el periodista que escribió El museo desaparecido, libro súmamente importante en Francia y Estados Unidos, aunque casi desconocido aquí, donde testimonia cómo los nazis dedicaron gran parte de sus esfuerzos a robar arte de colecciones privadas judías.  Producto de una investigación detallada, el libro logró que museos del calibre del Louvre devolvieran algunas obras.  Héctor vivió en Francia dos décadas y conoce los códigos internos, por lo que nos orientaba.  Tiene una personalidad joven.  Mucha energía y generosidad.  Es un hombre de visión.  Pensaba que me gustaba conocerlo y escuchar lo que tuviera que decir (qué mucho habla Héctor, me decía Ernesto al oído, y yo le respondía que habla mucho porque sabe mucho; que lo escuchara con atención para aprender).  Los barcos venían de África a Saint Nazaire y de allí allí a las Américas.  También es un astillero importante.  Allí se hizo el Normandie.  Tienen un museo con explicaciones del proceso de construcción del barco, con fotos y pietaje de su primer viaje.  Era el barco más rápido en su momento.  Al estallar la Segunda Guerra, el barco se quedó esperando que cesaran las hostilidades en Nueva York.  Luego los aliados se lo apropiaron para transportar sus tropas.  Murió víctima de un incendio.  Le echaron tanta agua para apagar el fuego que lo hundieron en el muelle.  Murió desmayado el barco.  Hoy, si pagas doce Euros (18 dólares), puedes ver recreaciones de los camarotes, del comedor--donde te puedes tomar un café-- de la cubierta, incluso te bajan de la exposición en un barco salvavidas, de los que no había suficientes en el Titanic.  Edgardo, creo, allí se decidió a escribir la novela sobre el Normandie (qué envidia; quisiera ser yo quien la escriba, pero mejor que lo haga él).

La destrucción de la ciudad.  Los alemanes ocuparon la ciudad y construyeron unas estructuras de concreto armado justo en la boca de la Bahia.  Las paredes son de más de un metro de espesor.  Y si eso no bastara, pues está hecha la estructura en distintas capas, para que si una bomba destruye un techo, todavía le quede otro por destruir.  No se pudo tumbar eso.  Ni en la guerra ni después.  El objetivo era cobijar submarinos y para la curiosidad y el morbo de hoy hay un submarino al que se puede entrar.  A mí me dio un ataque de claustrofobia que por poco me desmayo.  Y pensar que esos hombres pasaban periodos de tres meses sumergidos.  Como dijo Ilca, pensar lo que el hombre se ha inventado para hacerle daño a otros seres humanos.  De la estación de trenes original hoy queda un muro.  Están haciendo un teatro.  El búnquer es hoy un lugar de cultura.  Allí se celebraba la conferencia.  Allí está la sede de la Maison.  Hoy en el astillero hacen cruceros.  Vi una película en el museo ecológico (¿?) donde había réplicas en miniatura de barcos históricos (otra vez el Normandie), del proceso mediante el cual hicieron el Queen Elísabeth que me parece que a veces ancla por estas partes.  Al día con los tiempos, hoy el astillero también hace aviones.  La Boeing está ahí.  En Saint Nazaire hay salinas.  Hacen caramelo y chocolate salados, sal, sal condimentada, además de muchas más maravillas francesas.

Desencuentro-  En el almuerzo al día siguiente, el camboyano que me había trabajado la culpa con tanta maestría estaba ya sobrio y desinteresado.  Lo estaban entrevistando para un periódico y no podía atenderme.  Quizás después.  Pero después yo tenía que ir al museo a ver cómo habría sido viajar en el Normandie.  Luego nos encontramos a la entrada de la actividad y le dije hablemos, y me dijo que nos tomáramos un café en otro lugar (aquí no se puede hablar, mientras yo miraba cándidamente a mi alrededor y me preguntaba por qué, si para eso precisamente habían habilitado el lugar).  Mientras se fumaba parsimoniosamente el cigarrillo y se terminaba la copa de vino que tenía en mano, hablaba con una señora que se apareció a hacerle conversación y me hacía esperar allí parada, yo pensaba que estaba por comenzar una conferencia en la que hablaría Héctor y que si ya se había tomado la mitad de las copas del día anterior la conversación sería difícil, así que me escapé, literalmente dándole la espalda y echándome a correr como una antípoda, a escuchar a Héctor hablar de arte.  Luego, de verdad, de verdad, de verdad, no tuve más tiempo, puesto que Ernesto reclama mucha atención...  Claro, eso, mientras Ilca abría los ojos cada vez que aquél, a quien ya honestamente le huía, se acercaba como disimulando a ver si podía entrarle a conversar de algún modo.  Era un asunto de comunicación.  Yo no entendía por qué tanta ceremonia para hablar, mientras que él no entendía que debíamos conversar y ya, sin decir "tenemos que conversar" que la introducción al discurso crea una confusión de expectativas y las distancias entre Puerto Rico y cebolla, digo, Camboya, es tanta que no hay por qué crear más tensiones de las necesarias...  No sé.  Esa es mi excusa.  Incluso lo cercano es lejano.  De Edgardo me he leído todos los libros (menos el último sobre Oller que no sabía que ya había salido y le prometí buscar para invitarlo a la radio) y sólo viéndolo sonreír mientras observa la alegría burbujeante de Ilca lo sentí finalmente, cercanamente, casi amigo.  Ilca es la alegría inteligente.  Hay que confesar: conversamos más entre nosotros, aunque en nuestras letras haya salido un libro sueco, uno alemán, otro chino más recientemente (Manuel Abreu Adorno  No todas las suecas son rubias, Cezanne Cardona La velocidad de lo perdido, Rafael Acevedo Flor de ciruelo y el viento) a veces me es mejor atrechar las lejanías más cortas.  Será que no estamos tan globalizados como creemos.  Pero hay que decirlo; los franceses nos trataron como reyes.  Comimos como cerdos.  Bebimos como camboyanos (ah, no, ya esto es maldad gratuita, dirán ustedes), nos tradujeron con una precisión y destreza que nos quedamos boquiabiertos.  Edagardo y Héctor estuvieron también generosos.  Le hicieron la promoción a los más jóvenes.  Edgardo recomendó La velocidad de lo perdido, Exquisito cadáver (Rafael Acevedo), la escritura de Pedro Cabiya y la de Rey Emmanuel Andújar.  Héctor recomendó el libro de Luis Negrón, titulado Mundo cruel, aunque por unos cuantos días para este grupo extraño, el mundo no haya sido tan cruel que digamos.

domingo, 9 de octubre de 2011

Dicen de nuestros escritores por allá

http://www.fueradeljuego.josemanuelfajardo.com/index.php?option=com_k2&view=item&id=17%3A¿qué-pasar%C3%ADa%3F&Itemid=1

Los espíritus como Leonardo

Esto es una anécdota.  No pienso verificarla porque igual es ficción.  Dicen que a Leonardo da Vinci le costaba mucho terminar los trabajos que le comisionaban.  Es que él emprendía cualquier trabajo a partir de una pregunta y su mente rápida, que completaba dos o tres pensamientos simultáneamente (a la que hoy le habrían recetado medicamentos para normalizarla) a mitad del proceso encontraba la solución y ahí quedaba el cuadro o lo que fuera porque ya otra de las líneas simultáneas lo había agarrado y se lo había llevado a otra parte...  Resuelta la incógnita ya no hay nada más qué hacer y la obra estaría incompleta para nosotros los más lentos, que necesitamos que nos ilustren la conclusión.

Hoy mi madre cumple 70 años (no le digan que lo publiqué).  Mi abuela, su madre, tiene 90.  Ayer nos tomamos un café y en medio de una conversación de esas habituales en las que hablamos de achaques (yo, que rondo los 40 ya me puedo sumar), de momento pareciera que cambia el tema y me desconcierta.  Me dice que no se quisiera ir...  Yo no entiendo.  ¿A dónde te vas?  Bueno, es que como ya tengo 90 años supongo que me tengo que ir, pero yo no quisiera dejar a mis nenas solas...  La hermana de mi madre tiene 68, pero también vi cómo los espíritus no tienen edad: uno tiene una edad inmutable toda la vida, por lo que las nenas seguirán siendo las nenas y la madre la madre.  Tal vez por eso me cueste tanto ser la anfitriona.  No me dejan.  Las jerarquías se instalan y a pesar de que sea mi casa me convierten en la nieta, que no hija, y entonces no importa las reglas que yo ponga (nadie se sentará a la mesa, ni querrán hacer la fiesta en el patio que limpié y organicé, sino que, si quieren--como mi otra abuela en mi fiesta de bodas-- se sentarán con el plato en la falda en las escaleras que dan al patio, mirando a la gente pasar).  Pero mi espíritu está en paz con eso.  Da igual.  Que hagan lo que quieran.

Yo le recordé que su padre vivió 110.  Quién sabe cuánto te queda...  Lo que no le dije fue que su frase me dio la seguridad de que le queda.  Porque me dio la impresión de que los espíritus se van cuando ven la conclusión de la interrogante que es la vida, que es nuestra obra de arte.  Entonces se alcanza la paz para emprender otra búsqueda, no importa la edad.  No es que el cuadro esté terminado, sino que uno sepa cómo se vería si lo estuviera, porque al final nadie acaba, pero tal vez se llega a entender algo.  Por lo pronto, a ella, las nenas la necesitan.  Yo, la doble nena, prepararé el patio sin mucha esperanza de que  se sienten a hablar en círculo afuera, o en torno a una mesa con mantel.  Sabemos, el caos tiene su orden, aunque sea uno que no puedo predecir...

domingo, 18 de septiembre de 2011

Un libro que pesa

Roberto Ramos Perea, ed.  Literatura puertorriqueña negra del S. XIX escrita por negros.  San Juan:  Ateneo Puertorriqueño, 2009.


Parece una redundancia.  ¿Lieteratura negra escrita por negros?  Parece; pero no lo es, puesto que se lee comunmente la literatura que habla de la negritud desde la óptica del blanco.  Entre ellas “La cuarterona”, de Alejandro Tapia y Rivera, la más conocida por el pequeño grupo de los espacialistas--pues en este país quienes conocemos más que ciertos títulos canónicos somos comparativamente pocos.  Es sorprendente que no sea hasta el 2009 que aparezca un libro que proponga un análisis del panorama de las letras durante ese siglo que incluya la biografía de autores (Eleuterio Derkes, Manuel Alonso Pizarro, José Ramos y Brans), sus obras, un análisis de sus fallidas estrategias discursivas para poder entrar al campo letrado.  Digo estrategias fallidas, pues sus obras desaparecieron a la mirada especialista, como consigna también Ramos Perea: 

A lo largo del siglo XIX la literatura puertorriqueña se mantuvo marginal y su proyecto ideológico tardó mucho en revelarse.  Durante los años que van desde el primer estreno de Derkes (1872), hasta la fundación de la Revista Obrera (1893) por Ramón Morel Campos y José Ramos y Brans, mulatos ambos, ninguno de los autores decimonónicos negros alcanzó notiredad o “visibilidad”—al decir de Fanon—o fama o reconocimiento por su trabajo.  (3)

El gesto de esta publicación es soberbio, si se quiere; arrogante.  Ahí está, parece que nos dice el editor, al presentarnos este corpus que había sido invisibilizado.
El especialista agarra el mamotreto entre las manos.  El libro es un volumen de 5 1/2” X 11” de 379 páginas.  Pesa.  El especialista también se acuerda de que la raza es un constructo social; que las identidades no son fijas y de que hace falta análisis que den cuenta de la complejidad de los procesos de inclusión y exclusión en los circuitos de poder por razones de raza en el Caribe.  Un estudio que no sea maniqueo, que vaya más allá de la denuncia, que de cuenta de estrategias para posicionar argumentos y cuerpos en espacios que propician que esos argumentos se muevan; que se escuche la voz que esos cuerpos emiten.  También recuerda que esos argumentos no siempre han sido verbales.[1]  Pero el libro pesa, literalmente y también metafóricamente, pues a un especialista sentimental como yo le da vergüenza ajena y propia.  O sea, la reacción al libro pasa por la razón y por el cuerpo cuando lee que el libro republica la obra de 3 autores—los citados arriba—pero también menciona los nombres de otros; más de veinte.  ¿Quiénes son?  ¿Por qué no los hemos leído?  Algunos de estos nombres los conocemos.  el Maestro Rafael Cordero, Román Baldorioty de Castro, Ramón Emeterio Betances, Sotero Figueroa, pero de algunos de ellos ni siquiera sabíamos que eran negros.  ¿Eran?  ¿Cómo se construye y deconstruye la raza en ese momento histórico?  Porque la raza no es color de piel, sino preconceptos en una mirada, y el juego con esa ideología por parte de los cuerpos.
Además del trabajo de recopilación y republicación de obra de los tres autores que menciono arriba, el ensayo introductorio al libro hace preguntas que se dirigen a entender estrategias.  Para hacerse visible en el siglo XIX, pregunta:  “Qué eufemismos, qué estrategias, qué metáforas, o por otro lado qué valores, qué sentencias brillantes e iluminadoras podían enarbolarse como banderas...?”  (1).  Le interesa saber la “...visión que tiene el negro de sí mismo” (2), más allá de las representaciones hechas por los blancos porque sabe que éstos construyen “...un sujeto negro a semejanza del prejuicio forjado en las instancias de la esclavitud, se su miedo, de su necesidad de impoer y hacer prevalecer sus códigos de conducta social y, sobre todo, de su aversión por lo diferente” (2, énfasis en el original).  El ensayo introductorio es también un estudio de los procesos mediante los cuales cierta obra queda consignada en la memoria institucional (se canoniza) y otras no.
Las estrategias que enumera, partiendo del análisis de la obra de Derkes:  1) hablar el lenguaje del blanco, esto es, ser “no agresivo, no conflictivo”; 2) escribir bajo la máscara de un personaje blanco sobre la necesidad de una sociead más justa (énfasis en el original).  Luego de esta etapa inicial, otra estrategia será la 3) presentación de valores del sector artesano, diferente al capitalista, 4) la anarquía como propuesta social.  Observa Ramos Perea que a Manuel Alonso Pizarro no le interesa el público blanco y lo ataca en sus obras.  De los escritos producidos por el numeroso grupo de autores que menciona el libro extrae que hubo estrategias plurales que van desde hacerle la corte al separatismo hasta al autonomismo y, como sabemos por José Celso Barbosa, la estadidad.
Además de lo dicho por Ramos Perea, propongo, por ejemplo, que lo que escriben estos autores son en su mayoría dramas.  El drama es la escritura de una puesta en escena del cuerpo.  Desde el cuerpo y la voz que éste emite, desde la oralidad y la corporeidad, el drama comunica.  No hay que ser letrado para debatir con estas obras que en general son piezas de ideas.  La propuesta es que mediante palabras se accederá a la construcción de otro mundo, como dice el personaje Ernesto en la obra de Derkes titulada:  “Ernesto Lefevre o el triunfo del talento”.

¡Palabras!...  Ideas que son las que gobiernan el mundo; pues triunfantes como se hallan las ideas modernas, esos hombres del día de que hablaís se ponene al frente de la civilización conduciendo a la humanidad por el camino del progreso y del trabajo, para librarl del caos por el que pretendieron guiarla esos viejos retrógrados, que rugen de desesperación, como los ángeles caídos, viéndose reprobados por la razón, la justicia y la conciencia de los pueblos.  (108)

La utopía inmediata puede ser el autonomismo o el separatismo o el asimilismo o la anarquía, pero debajo de todas estas propuestas está la idea de participar en el debate público en calidad de iguales, gracias al talento.  El mero hecho de estar ahí codificando el mundo desde su realidad subaltena añade riqueza y matices, mueve la historia.  Aunque no lo hayamos querido ver.  La idea detrás de cada texto es la de crear un mundo que permita o propicie esa participación en igualdad de condiciones.
Como dije; este libro pesa.  Está agotado.  Ojalá lo republiquen pronto, pues, debería estar en cada biblioteca, en cada escuela del país.  Nos hará, a los especialistas, reescribir la historia de las letras de modo que de cuenta de los enfrentamientos y complicidades, juegos, y transformaciones de las letras cuando pasan por el cuerpo; ese cuerpo negro y su voz, que no hemos sabido o querido mirar ni escuchar.


[1] Recuerdo aquí el buenísimo ensayo a cargo de la historiadora María del Carmen Baerga aparecido en esta misma revista recientementehttp://www.80grados.net/2011/09/los-avatares-de-la-blancura-betances-y-la-historiografia-del-siglo-xx/, el trabajo que está haciendo Jossianna Arroyo para pensar esa misma complejidad y que saldrá publicado en un libro prontamente (aquí un adelanto http://www.habanaelegante.com/Spring_Summer_2011/Invitation_Arroyo.html), el importantísimo trabajo del sociólogo Chuco Quintero titulado Cuerpo y cultura o The Black Atlantic, de Paul Gilroy.

domingo, 4 de septiembre de 2011

El desprestigio de la política y la responsabilidad de profesar: Reflexiones sobre la ética en la Universidad

"Eso es política"-  Colegas intelectuales, en el contexto de analizar la crisis universitaria que este año es menos dramática porque no hay huelga y los medios no la cubren, al analizar el tranque de sectores que no quisieran que cambiaran nunca los modos de hacer las cosas ni los contenidos que se enseñan, defienden una mentalidad empresarial, menos burocrática para esta institución pública que tanto tiene que ver con la democracia (el acceso a la educación superior abre la puerta a esferas decisionales en el país y el mundo; también a otra clase social).  Cuando se contextualiza esa argumentación para defender la Autonomía Universitaria, decir, por ejemplo:  "Esa nueva estructura que se quiere crear tiene que venir de las facultades pues al mover lo económico, sin consulta, y obviar las instancias de representación se afectan contenidos en el aspecto académico, y esos contenidos son de la incumbencia exclusiva de los especialistas;" se responde que la Autonomía Universitaria no existe ni existió nunca y que eso no debe implicar que nos metamos en análisis políticos.  Pero estoy hablando de forma abstracta.  Mejor partir de ejemplos para luego argumentar.

La semana pasada, la Rectora del Recinto de Río Piedras, Ana Guadalupe, se ausentó de una reunión del Senado Académico luego de salirse de la Presidencia de la reunión para, como colega, explicar que su interés es ocuparse de una reforma de los estudios graduados (implícito a esta argumentación está dicho que lo demás no importa; que la Universidad tenga un déficit de 200 millones, el por qué, cómo se decidió quitarle recursos, que fuera la propia administración quien llamara a la Middle States Association para pedirle que evaluara la Universidad y así contar con la "acreditación en peligro" como herramienta de presión en los medios, que la propia Middle States hablara de una crisis de gobernanza ni que los distintos informes que se han redactado para esa institución se redacten sin consulta a los distintos sectores).  Habló de estadísticas y de la necesidad del Recinto de volverse más competitivo y ponerse al día en cuanto a investigación.  En ese sentido yo podría estar de acuerdo con ella.  Ella se molesta porque el Senado discute por horas.  Hace preguntas.  Es ineficiente.  Un colega (el compañero Senador de la Facultad de Ciencias Sociales, José Gaztambide), comentó la falta de liderato para resolver los asuntos en la Universidad.  Eso fue lo que provocó el enojo de la funcionaria y su abandono del debate (lo da por inútil).  Ella entiende que la oposición a su modo de mover los cambios que podríamos querer muchos es meramente "política", por lo que la descualifica.

El Departamento de Estudios Hispánicos de la Facultad de Humanidades también se resiste a dejarse gobernar por esta mentalidad empresarial.  Este es un departamento que necesita muchos cambios en sus modos de proceder en cuanto a lo administrativo y lo académico.  Quien promueve cambios (no me refiero al actual Decano, Luis Ortiz, pues en la Facultad han sido distintas personas en distintas coyunturas) tendría apoyo de distintos sectores, pero tampoco ha sabido agenciarse ese apoyo, pues tiene un problema de liderato.  La semana pasada, una reunión que convocó la Decana de Asuntos Académicos de la Facultad, pues el departamento carece de director, precisamente para hablar de la necesidad de que se nombre al alguien, terminó como el "rosario de la aurora".  La administración (no sólo el actual decano) entiende que la resistencia de este departamento que el semestre pasado fue puesto en "pausa" se debe a razones "políticas" (por lo cual no merecen consideración seria), mientras que quien se resiste entiende que se violan los procesos, por lo cual ni siquiera vale la pena intentar colaborar.  Otra vez se abandona el diálogo posible (y porque conozco el Departamento desde adentro añado que no hay "edad de oro" que idealizar.  Ese respeto a los procesos que se defiende no se da hace años por parte del mismo profesorado que compone el departamento).

Los fondillos de la política-  Así que ahora la palabra política se usa para descalificar por quienes quisieran que las cosas no se hicieran como en el pasado (con tanta burocracia ineficaz).  También por quienes reclaman que los cambios en los procesos respeten la autonomía (de individuos, sectores, instituciones) piensan el la política oficial como una falasia.  Los políticos mienten sin preocuparse de que se note que están mintiendo pues saben que una mentira repetida lo suficiente se convierte en verdad para las masas que no piensan y, además, tienen la memoria corta.  La democracia hoy día no es más que el acceso al consumo.  Después que las personas tengan la posibilidad de experimentar el goce de adquirir un nuevo estimulante para su líbido (que no tiene que ser de calidad, pues pronto se lo reemplazará por otro) no alzará objeción alguna a procesos ni contenidos engorrosos de la construcción de una reforma social.  El problema es que la mentalidad empresarial no funciona en una universidad, por definición.  El universitario (y hablo de forma general, independientemente de su área de especialización pues su formación básica debe ser humanista pues así se concibió la universidad moderna) sabe que la democracia se ha vuelto un simulacro, lo estudia, publica sobre ello, lo comenta con sus estudiantes y se siente en el deber de defenderla.  En eso se formó, eso profesa.  Cree en otra política; la que le permite el despliegue de sus saberes que por definición colaboran con los procesos democratizantes.

Política- La palabra viene de polis y está relacionda con la ética.  Cómo hacer las cosas éticamente en la polis, es el asunto que trata.  Se debate ese asunto e, idealmente, a partir de un debate entre iguales se decide.  Lo que pasa es que, como siempre ha sido, parece que unos son más iguales que otros.  Los asuntos que nos incumben se debaten en otra parte y luego se imponen de manera jerárquica las decisiones tomadas de forma fantasmal.  Se espera de las instancias de consulta la aprobación sin preguntas; que se acate lo decidido, pero eso implicaría entregar lo que nos define, la responsabilidad de profesar desde los saberes específicos de cada cual.  No basta tener un plan, hablar de un qué que es importante.  El cómo también es importante.  Todo es político.  Decir que no se quiere hablar de política es un gesto político.  Se pretende descualificar la política de entrada, lo que quiere decir que no se quiere discutir las implicaciones éticas del modo en que se están manejando los asuntos en la polis, porque parece que lo más importante son los qués (con los que podemos estar o no estar de acuerdo; para saber eso es que se debe propiciar y no obstruir el debate).   Un líder es capaz de tener un plan y decidir en torno a él en colectivo: convencer a quien no entiende o no está de acuerdo, e incorporar al plan cambios que en un diálogo honesto el otro puede aportar.  En otras palabras, debe poder convencer al otro de que haga suyo el plan.  Hasta que eso no ocurra, estaremos estancados en polos opuestos, unos que imponen decisiones fantasmales, y otros que se resisten a que los marginen.

martes, 16 de agosto de 2011

"Hay cosas que no se pueden describir, pero uno las siente"

Ahora:  
Magia.  Leo una nota que reproduce mi amigo Jorge David Capiellohttp://aventispr.blogspot.com/2011/08/ricardo-muti-concede-un-bis-italia.html, y me acuerdo de otro momento mágico.  De esos momentos que, según el director italiano, Ricardo Mutti, se sienten.  Acá el modo en que él describe el suyo mientras dirigía la ópera Nabuco delante al Primer Ministro italiano, Silvio Berlusconi, quien promovía recortes al presupuesto de cultura:

"Al principio hubo una gran ovación en el público. Luego comenzamos con la ópera. Se desarrolló muy bien hasta que llegamos al famoso canto Va pensiero. Inmediatamente sentí que la atmósfera se tensaba en el público. Hay cosas que no se pueden describir, pero uno las siente. Era el silencio del público que se hacía sentir. Pero en el momento en que la gente se dio cuenta que empezaba el Va Pensiero, el silencio se llenó de verdadero fervor. Se podía sentir la reacción visceral del público ante el lamento de los esclavos que cantan: "Oh patria mía, tan bella y perdida." 

Confiesa mi amigo Capiello en su Blog que lloró cuando leyó esta nota.  Yo también me confieso llorona.  Y es que estamos comenzando otro semestre escolar, luego de que durante el verano despidieran a Juan Giusti, el director de CAUCE, instituto que promovía alianzas entre la Universidad y la comunidad de Río Piedras.  Giusti nos permitía encontrarnos en sus salas al grupo de profesores que se reunió varias veces y se llamó "Convergencia".  La experiencia de debatir de tú a tú con colegas de todo en Recinto por una preocupación común y respetando las diferencias es la experiencia más universitaria que he vivido en los 10 años que llevo trabajando en esta institución.  Parece una represalia de la administración que ni entiende ni respeta el diálogo.  También despidieron al director del periódico universitario que irónicamente se llama así, "Diálogo", premiado en varias ocasiones por su labor periodística, Marcos Pérez Ramírez.  Parece otra represalia por su cubierta de lo acontecido el semestre pasado.  Otro periódico, uno comercial, esta vez, anuncia una devaluación de los "bonos de la universidad" en el mercado.  Se ha cocinado, otra vez sin participación de los distintos sectores universitarios, una propuesta de reforma, de nueva Ley universitaria que no se ha anunciado, pero hay quien supone que el anuncio sobre la devaluación tiene la intención de crear el clima propicio para imponer lo que se rumora trae esa propuesta, que  va del retiro de permanencias a personal docente y no docente a venta de recintos o servicios.  Igrí Rivera termina su término "orgullosa del entregar una Universidad en orden".  Y yo, confieso, estoy a la espera de otro momento en el que las voluntades se aúnen sin palabras porque saben que juntas conquistan algo justo.  Eso es lo que describo en la crónica de mi primer día de clase el año pasado, titulada "El elefante en la joyería".  Sigue apestando, pero parece que tenemos el sentido olfativo atrofiado.




Mi momento mágico está en la siguiente crónica del comienzo de clases el semestre pasado, en el párrafo que comienza diciendo "Pasados los 10 minutos"...  Porque hubo comunicación sin palabras; unión de voluntades...  "Alguien grita --tranquilos-- y ...  Cual deus ex machina..."

Hace ocho meses:
La tensión que venía acumulando por el cabildeo constante y la incertidumbre hizo que se me saltaran las lágrimas en los primeros tres minutos de la primera clase a la que llegué un poco tarde, pues ahora hay que contar con que le piden identificación a todos para entrar y se hace un tapón en los portones.  (Yo no tengo identificación.  No he tenido tiempo ni interés en hacerme fotografiar para la policía).  Eso no es nada.  Ya la semana pasada me había dado cuenta de que el hecho de conducir al trabajo ponía mi mente a pensar con tal rapidez que se me olvida respirar hasta que empiezo a marearme.  Creo que esto es un ataque de pánico; pensé.  Dejé el carro afuera.  Corrí a mi primer salón del día contenta, pues se me ocurrió crear un blog para los cursos.  Allí subiré los prontuarios, las tares, se puede discutir.  Los estudiantes tienen la opción de hacer sus cursos remotamente.  Si la presencia de la policía en el campus universitario los afecta como a mí, entonces no puedo obligarlos a entrar.  Lo que sí hay es que hacer el trabajo, pienso.  Hagan las lecturas, debatan, entreguen los ensayos y tomen los exámenes y yo los evalúo indistintmente de la presencia física.  La decisión sobre cuál es la prioridad en el momento, que puede ser ir a una reunión, una marcha, un conversatorio o "encadenarse a una fotocopiadora" como decíamos en broma con una estudiante que decía, "si tengo que pagar 800 dólares por qué no puedo hacer fotocopias"; esa decisión se la dejo a la conciencia de cada cual.  

Pasados tres minutos se me quitó la changuería y charlamos.  Hablé de las materias y cómo las enfrento, de sus obligaciones, de la dinámica de trabajo que espero que se establezca, de cómo cada quién ve la huelga y el desmantelamiento del recinto; lo que llamaos el "elefante en la joyería".  Hay que hablar de él.  Apesta y rompe los vidrios.  Luego pasamos a los libros.  Hubo pocos estudiantes.  TODOS los que asistieron al aula comunicaron que les parecía inaceptable la presencia de la policía, las decisiones tomadas sin consulta, la arbitrariedad, la falta de limpieza en los procesos, el peso económico que se les imponía con la cuota.  Todos menos 3, y tengo 4 secciones que deberían tener 30 estudiantes cada una (tres preparaciones distintas; la última me la comunicaron dos días antes de que comenzara el semestre).  Todos están de acuerdo (menos 3), pero no todos participan activamente.  Creo que nos corresponde preguntarnos por qué, me voy diciendo.  

Los estudiantes habían anunciado un "sal pa' afuera" a las 11.  Suspendí mis clases a esa hora para que participen si así lo desean.  Me senté en la plaza a esperarlos y en vista de que se habían ido por las facultades aproveché y almorcé (el bajón de azúcar y la migraña me acechan, así que mejor es comer).  De vuelta del almuerzo ya están reunidos ¿par de cientos? estudiantes en la Plaza Baldorioty frente a la Torre.  Hablan por un megáfono y mientras los escuchaba miraba mi reloj.  Escucho la policía que compite con otro megáfono ("tienen 10 minutos para abandonar la plaza", decían).  Los estudiantes no estaban impidiendo el paso a las clases y la manifestación pacífica consistía sólo de palabras:  las arengas y dos monólogos.  La policía nos tenía rodeados completamente, con cascos; escudos, macanas, armas.  Trato de hacer como si no pasara nada.  Tengo clase a la 1:00.  A la 1:00 me voy a mi clase, pero si esto se pone feo no me puedo ir.  Pensaba que mejor que la retórica sería la presencia de cuerpos sin palabras.  No hay que arengar a las masas.  Los que están allí están convencidos y lo que se dice muchas veces divide más que unir.  Deberían hacer marchas silenciosas, pensaba.  Miraba el reloj.  Miraba a la policía que nos rodeaba.  

Pasados los diez minutos la policía empieza a empujar y algunos corren.  Alguien grita: "tranquilos".  Otro hace un gesto con las manos con el que propone que nos sentemos todos.  En lugar de empujar, nos tendrán que arrastrar.   Me siento a esperar el golpe.  Me digo, yo pensaba ver qué hacían los estudiantes, hacer bulto por un rato e irme a la 1:00, pero si me dicen que no podemos estar allí y me empujan, entonces yo me siento y que sea lo que sea.  En ese momento, como si fuera teatro griego, cual deus ex maquina, llega un grupo que se hizo llamar multisectorial y que había estado piqueteando en la calle.  No sé como entraron, pues no todos tenían identificación con foto.  Se paran entre los estudiantes y la policía para que sus cuerpos sirvan de escudo.  Eran pocos.  ¿Cuántos?  ¿Treinta personas?  La estudiante que recitaba un monólogo lo retoma donde lo dejó; ahora recita sentada con el megáfono en mano.  Termina.  Ya es la 1:00.  La policía recibe una orden.  Se retiran.  La actividad concluye "pacíficamente."

Recuerdo que una vez alguien me leyó las cartas, los caracoles, no sé.  Me dijeron: "Tú tienes un pie en la vida y otro en la muerte.  Si alguna vez estás en medio de un tumulto, corre, porque la bala que se pierda te buscará a ti".  Eso me habían dicho, pero no corrí.  Me senté y me pregunté por qué allí habíamos tan pocos.  Dónde están los estudiantes que se indignan (todos, menos 3).  Donde están mis colegas, quienes como yo no tienen una oficina, ni una computadora, ni tiza, ni borrador, que enseñan 4 clases, cuyos topes de estudiantes subieron a 30, a quienes nadie les consultó para informar a la comisión evaluadora de la Middle States lo que sea que se les informó, ni para invitar a la policía a "normalizar" las actividades, ni para ninguna otra decisión de las tantas decisiones nefastas que se han tomado.  Yo quise converger con otros profesores para exhortar a los colegas a entrar a hacer nuestro trabajo, que yo entiendo que es, sobre todo, reactivar las vías democráticas y participativas que definen una universidad.  Pero no puedo dar clases y hablar de "contra canon" literario, en contra de definiciones de cultura y de país jerárquicos y excluyentes del pasado, mientras que el elefante siga rompiendo vidrio.

Anejo de hace ocho meses:  
Hoy, en mi segundo día, hice un programa de radio en el que hablamos de Universidad, medié en una discusión violenta entre estudiantes y profesores en un pasillo, se me ocurrió, en diálogo con el poeta Rafa Acevedo, la idea de hacer puestos paralelos:  Decanos paralelos, elegidos por los docentes de cada facultad, que impulsen los cambios que necesita el recinto, pero respetando en los procesos de consulta con docentes y estudiantes.  Recibí estudiantes en mi oficina para discutir las evaluaciones del semestre anterior, cuando llegó a la Facultad una manifestación espontánea debido a que un policía le tiró un beso a una estudiante en la Facultad de Ciencias Sociales.  Los estudiantes le reclamaron, la fuerza del choque llegó a defender a sus colegas, los estudiantes marcharon por el recinto (cientos).  Las estudiantes que estban esperando afuera, al escuchar el estruendo, se asustaron, las hice entrar a mi oficina y cerrar la puerta mientras seguía explicando a otra las deficiencias y aciertos de su trabajo final.  Acabado el estruendo, las estudiantes se marcharon habiendo aprendido algo sobre cómo escribir, sanas y salvas.  Luego me reuní con la Directora del Departamento de Educación Secundaria de la Facultad de Educación para coordinar una revisión curricular con ellos, coordiné una reunión para el jueves.  Tuve otra reunión con la Decana de Asuntos Estudiantiles para que me provea información estadística que usaré para mis argumentos en dichas reuniones.  Luego llamé a un amigo, colega, queridísimo y nos peleamos por teléfono porque analizamos la situación desde polos opuestos.  Hoy no lloré a la entrada; lloré a la salida porque la situación provoca que nos faltemos el respeto.  Insisto.  El elefante apesta.

jueves, 28 de julio de 2011

La paz comprada

http://www.youtube.com/watch?v=y5aXkFVNhSE&feature=related
Genitallica, canción, Quiero paz

El capitalismo salvaje ha ganado.  No es noticia nueva, pero quiero observar una de sus consecuencias en detalle.  Hoy día la paz es individual (personal, incluso íntima) y se compra.  Se acabó la solidaridad, si cuando veo, entiendo o incluso siento algo que no está bien, algo fuera de lugar ("out of joint") no quiero entender qué es para luego ajustar mi entorno para cambiar el engranaje de la máquina (las coyunturas), sino que me tomo una pastilla para encontrar la paz.  Por eso es que observamos todos los días el fin de la esfera pública.  El cuarto poder no investiga, no informa, está muriendo el periodismo como profesión, también el pensamiento crítico libre de las influencias del mercado (la universidad), se está acabando el mercado de libros.  Es el fin de la razón.

Por eso ahora los jóvenes escuchan techno, reggaetón; ritmos repetitivos e hipnóticos que ayudan a la desconexión cuando en los sesenta y setenta y hasta los ochenta escuchábamos música con sentido.  Ellos escuchan, sobre todo si se tienen algunas pepitas a mano, aquellos ritmos, u otros que los dejan escapar de otro modo más "salvaje"como el ska, por ejemplo, pues en medio de saltos y empujones uno se libera también toda la tensión de saberse un engranaje de una máquina que sin cada individuo seguiría funcionando igual, pues cada individuo es reemplazable; es una máquina viva, como un organismo con su sistema inmunológico.

Si en los años 60 la paz colectiva fue un proyecto social que impulsó a muchos y tuvo varias manifestaciones, desde los 90 se habla del fin de las ideologías.  Así las izquierdas recogieron el timbiriche y se dejan insultar cada vez que uno que está montao (tiene botes en la marina, la prensa lo sigue, varios negocios que no informa para no pagar impuestos y porque son negocios secretos) le dice que desperdició su juventud en sueños inútiles y que la solidaridad no paga, ni es posible.  Entonces el ex-activista va a la farmacia, a un punto, le roba al abuelo una pastilla, se la toma, y encuentra la paz.  Los jóvenes que no tienen un futuro posible que contarse (no habrá seguro social, ni escuelas, ni hospitales, la educación básica y posterior no sirve para nada, no hay trabajo) saltan y se empujan, se dan golpes de felicidad, se tocan para descubrirse cada poro, tienen sexo con protección o sin ella y buscan no sé, ocho, diez, dieciocho dólares para buscarse la(s) paz, pastillas.

jueves, 21 de julio de 2011

La paz de los tinglares

Los tinglares comenzaron a llegar a desovar en una playa urbana.  Son sus playas naturales.  Tal vez lo han hecho siempre sin mayor estruendo.  Pero hace unos años hay una iniciativa comunitaria y de Recursos Naturales para la conservación de los nidos, puestos en lugares tan impropios sin pedir permiso.

Aclaremos.  Ningún lugar es impropio para los tinglares, si no fuera porque están en peligro de extinción y en esa playa se pierden las pequeñas tortuguitas cuando salen del nido.  En la noche, el mar es luz, pero una playa urbana tiene focos de luz encendidos (en el lugar del planeta que más contaminación lumínica tiene según cualquier imagen satelitar) que desorientan a las pequeñas que nacen al atardecer y se guiarían por la luz para llegar al mar; donde sobrevivirían unas pocas de camadas de entre 70 y 100 que nacen cada vez.  Además, vivimos en tiempos electrónicos y las tortuguitas son, sin saberlo ni quererlo, celebridades.

Estaba estudiando con mi sobrino, pues mi hijo anda por allá tan lejos.  Estaba estudiando con mi sobrino cuando me llamó Vicky.  "Ven que están naciendo".  Ella pasea por la playa todas las tardes.  Yo vivo a cuatro cuadras del mar y me olvido de ir a saludarlo a veces, siempre con remordimiento, pero mi amiga no tuvo que decir más para que yo le metiera prisa al adolescente, ponte una camisa y unos zapatos que nos vamos a ver nacer tinglares en la playa.  Ahora.  Él no mostró entusiasmo, pero no rezongó.

Al llegar venía corriendo más gente.  Localizar el sitio fue fácil.  Había una conglomeración de espectadores en torno a unos palos con cintas que aislan los nidos en la playa.  "Los vecinos llamaron a Recursos Naturales, explicó Vicky, y llamaron tanto que vinieron a dar un taller.  Son tantos nidos que no podemos."  Hicieron a la comunidad responsable, luego de un seminario rápido, de cuidar que todas las tortuguitas lleguen al agua.  Explicaron la fecha aproximada del desove, la hora, los procedimientos.   Hicieron cadenas de mando con teléfonos de responsables e instrucciones.  La gente llegó.

Primero se ve que la arena se mueve.  Parece que saldrá sólo una.  Pero una vez se destapa ese vientre, salen en carrera.  Se forman líderes espontáneos.  "No hagan ruido que las asustan".  "Abran el círculo.  Dejen que pase la luz poniente para que salgan."  "Ábranles el camino".  Gente de toda clase social y que estaba en las más variadas actividades, como yo, antes de que algún vecino los llamara, habían llegado a la playa a conmoverse.  Un caballero con zapatos de trabajo.  Gente con sus perros en medio del paseo de la tarde.  Niños.  Gente humilde.  "No las toquen."  Flash, flash...  "Retraten sin flash".  Los celulares hacen fotos y las recién nacidas tienen que abrirse paso ante el tumulto conmovido, que no por eso saca los pies del medio, aleja los perros, hace silencio para meditar sobre la maravilla.

La iniciativa comunitaria de la playa de Ocean Park es loable.  Qué bueno que colaboren con recursos naturales.  Observo con curiosidad que la naturaleza a veces nos conmueve y a veces nos solidariza.  A todos.  Hemos visto el milagro de la vida que sucede sin nosotros hace millones de años.  Gente que normalmente no estaría de acuerdo ni para levantarse a buscar sal en un momento soso, de momento salta de alegría por que, tal vez, una de las tortugas que yo salvé (porque no la pisé, porque no la maté con mi flash, porque le dije al vecino que sacara su perro de encima de esa pobre tortuguita; ok, porque vigilé el nido por noventa días) sea alguna de las que sobrevivan y aminoren el problema de escasez de números de la especie, aunque haya habido la séptima masacre del año la semana pasada en este país; aunque no mejore el problema del chorro de aguas negras que sale de enfrente de mi casa y desagua en esa misma playa hace años (nos cansamos de llamar a las autoridades), aunque el periódico no me diga nunca que hay una caravana de patrullas de policía que durante las noches organiza redadas silenciosas, porque a lo que van es a buscar su paga pa dejar al punto en paz.  El periódico tendrá su noticia feliz del día.  Mi sobrino, que no quería mirar porque no valía la pena empujar gente para ver y prefería hablar por celular como siempre, al final miró y se sorprendió.  Llegamos a la casa a ver videos de tinglares poniendo sus huevos.  Son las tortugas marinas más grandes que existan.  Sin embargo nacen tan frágiles que están por terminar su tiempo en el planeta.  Quién sabe si él o yo, otros, al ver el esfuerzo estadísticamente fútil de llegar al mar de uno de esos recién nacidos indefensos, nos venga en mente que todo es más grande que nosotros, sin que por ello, no valga la pena el esfuerzo por la, y vuelvo y pongo la palabra, paz.

sábado, 9 de julio de 2011

La luz de las naciones es infinita e íntima. A propósito de la Bienal de Venecia.


Si entra al sito oficial de la Bienal de Venecia 2011, como primera cosa leerá que ésta ha tenido 15,627 visitantes durante la semana que va del 25 de junio al primero de julio.  Uno de ellos fui yo.  Otro mi hijo de nueve años, Ernesto.  Pienso "Pictures at an exhibition" de Modest Mussorgski, lo divertido de esa pieza musical, y revivo la experiencia de un niño todavía niño en una exposición de arte internacional.  Se trata del arte de hoy, que mezcla, a menudo, medios (pintura, fotografía, vídeo, música, escultura, performance, film), por lo que las instalaciones por las que se atraviesa, con las que se interacciona, son estimulantes y hasta agobiantes para los distintos sentidos y la imaginación.  El tema de este año es "Illuminazioni".  Es una cita a Walter Benjamin y también una referencia a la luz, tan fundamental en las artes visuales, y las naciones que se supone están hechas de la luz de sus hombres.  

Mis reflexiones a partir de lo allí visto, iban en torno a la idea de que había un corpus coherente en medios, como ya he dicho, y en temática, más allá de la provocación que pudiera procurarle al artista el tema propuesto, los pabellones nacionales de los jardines y las exposiciones más individuales del arsenal, giraban en torno al individuo.  

Por ejemplo, el pabellón de Francia era una máquina gigante construida con tubos que hacía girar una cinta con fotos de caras de bebés que se proyectaban de forma fragmentada (la cara dividida en tres horizontalmente) en una pared cuando alguna persona del público tocaba un botón, construyendo así un rostro.  Es como la genética cuando los 42 genes de cada uno de dos personas se juntan para hacer otro individuo parecido, pero diferente, también de 42 genes que son suyos.  Entonces, la instalación provoca pensar sobre el infinito, porque pensamos que no lo podemos aprehender con la mente, pero al final lo vemos todos los días, en las caras de las distintas personas que son todas únicas, y aunque hubieran sido gemelos son distintos porque la suma de experiencias y la perspectiva son únicas.  El tiempo es infinito y lo vemos en los minutos que pasan, aunque a veces nos parezca que un minuto es igual a otro.  

FRANCE
Chance
Christian Boltanski
Commissioner: Institut Français. Curator: Jean-Hubert MartinVenue: Pavilion at Giardini

A Ernesto le gustó el pabellón de Corea. Pensando en que cada uno de nosotros es un universo que nace cuando nacemos y un universo que desaparece cuando morimos, somos planetas y luz, el pabellón de Corea eran hermosas fotos de flores, pero luego veíamos que no eran fotos sino una película proyectada, pues esas flores encubrían personas vestidas con fatigas militares, camufladas con esas imágenes floreadas, ellos y sus fusiles.  Se movían poco a poco y se lograba verlos.  Allí estaban las hermosas fatigas floreadas.  Y más allá un espejo que devolvía la propia imagen y otra que se proyectaba en el espejo como un fantasma.  La imagen en el espejo es otra vez un individuo, es yo, soy yo, es mi planeta, mi universo, como la flor también es un Universo, más allá de la guerra de las galaxias.


KOREA, Republic of
The Love is gone but the Scar will heal
Lee Yongbaek
Commissioner: Yun Chea Gab. Venue: Pavilion at Giardini

Interesante para mí, como puertorriqueña, que la propuesta que representaba a los Estados Unidos hubiera sido producida por una estadounidense y un cubano residentes en Puerto Rico.  Este detalle sólo ilumina lo que es esa nación hoy.  Hay un tanque puesto patás arriba, sobre el que hay una máquina de correr, sobre la que trota un atleta del equipo olímpico estadounidense a ciertas horas preestablecidas.  Hay reproducciones en plástico del asiento de primera clase de una línea aérea, hay una máquina de esas de sacar dinero funcionante en otra habitación, hay una película filmada en Vieques, de un hombre tamibién del equipo olímpico de atletismo que posa como el hombre bandera sobre un pasaje dividido en dos (se sube con sus músculos de lado sobre un poste de bandera, a veces en la proyección de arriba; a veces en la de abajo.  Así ambas proyecciones son distintas y se complementan).

UNITED STATES OF AMERICA
Gloria
Jennifer Allora, Guillermo Calzadilla
Commissioner: Lisa D. Freiman. Venue: Pavilion at Giardini

jueves, 23 de junio de 2011

La alegría tonta de los pájaros: A propósito de "Una belleza convulsa" de José Manuel Fajardo

A ti, que estás del otro lado de una frontera, estas palabras leves.


El mundo estaba cambiando y, fuera cual fuese aquella extraña materia, lo cierto era que para nosotros había perdido consistencia, se había vuelto permeable. José Manuel Fajardo


Hacía semanas que estaba terminando el libro y no quería acabarlo.  Tengo que confesar que tenía miedo por el destino del protagonista.  Si me dedico a leer, debería estar acostumbrada a que me maten personajes con los que me he encariñado.  Pero en estos días no estaba segura de poder lidiar con una ejecución.

El libro trata de un secuestro.  Los de la ETA encerraron a un periodista por cuatro meses.  Allí el tipo usa la mente para no volverse loco.  Pasea y viaja mentalmente a distintos momentos de su vida amorosa, que consiste de una serie de enamoramientos que provocan que deje a la mujer con quien está, siempre en busca de otra cosa (el fantasma).  Y es que el deseo es así, se construye en torno a una falta que no se debe conquistar porque entonces deja de ser.

Esta realidad se puede convertir en una metáfora política.  En términos sociales, el intento de construir un mundo utópico es el deseo por un fantasma que siempre estará en otro lugar.  Conseguirlo, aparte de ser humanamente imposible,  tendría como consecuencia el desplazamiento del deseo a otra cosa.  Así, esta novela aterradora y a la vez conmovedora, es también un testimonio.  Me recuerda los testimonios de secuestrados políticos por las dictaduras militares en Argentina, La escuelita de Alicia Partnoy o La razón blindada, de Arístides Vargas, por ejemplo, que hablan de los distintos modos que nos inventamos para sobrevivir.  Son los afectos lo que nos salva, pues es tal vez lo que nos hace más humanos.  Ahí es que somos más vulnerables.  La historia es la misma cada vez que alguien la cuenta; sin que sea demasiado importante quién secuestró.  Fajardo hace la historia de la ETA, que se inspira en el Che Guevara, cuya imagen guardada entre las páginas de un libro resultaba evidencia suficiente para desaparecer a alguien en el Cono Sur.  El movimiento vasco en sus orígenes resiste contra Franco, para convertirse luego en otra cosa; la cosa que es ahora.  Y es que en ocasiones el mal no está afuera.  Lo llevamos dentro, como dice el relato:

Los demonios los llevamos dentro, son parte de nosotros mismos.  Es como Satán que, a fin de cuentas, no es sino el rostro malo de Dios.  El problema es cómo convivir con ellos.  Vivimos en un jodido mundo en el que el bien y el mal está tan revueltos que a veces se les confunde y actuamos como diablos cuando creemos ser ángeles.  Ya has visto estas tierras a través de mis ojos.  Ya sabes lo que fui, lo que hice y lo que vi.  (288)


El relato se refiere a fronteras que desaparecen.  A lo absurdo que es estar secuestrado en este contexto donde las razones que ennoblecían las causas están tan confundidas.  Aunque la naturaleza no se confunde, como reza un poema que escribe uno de los personajes de la novela:

Sobre este antiguo trazo de agua,
entre esta campa verde y pinta que oculta el horizonte
y aquel seto que crece sin mesura,
discurría antaño la frontera.  
Era una línea roja en los mapas
y un hilo de miedo entre los hombres.
Los mirlos la cruzaban inconscientes
con esa alegría tonta de los pájaros.


Los relatos de Fajardo cruzan fronteras en más de un sentido.  La literatura es hoy sólo literatura, no tiene el apellido; mexicana, puertorriqueña, española, americana, francesa, japonesa.  Este libro está informado por Paul Auster, un judío de Nueva York y Gabriel García Márquez, la literatura hispanoamericana en general, entre otros.

Lo más enternecedor del libro es que aprendo, aprehendo, que la vida sigue.  Aquí hay esperanza.  Luego de un siglo XX tan terrible, en el siglo XXI no podremos vivir en la levedad.  Las cosas siguen siendo formidablemente violentas, complejas, sucias.  Basta salir al centro comercial para ver cuán infernal es todo (el libro tiene un delicioso elenco de diablos que acompañan al secuestrado en la imaginación del infierno que experimenta); la violencia del mercado, la violencia de las balas que puede que te toquen hoy a ti porque de casualidad estabas ahí cuando un narcotraficante decidió vengarse de otro, aparte de la violencia política por conflictos no resueltos.

El relato se resuelve con un diario que da nombre a los demonios, a la experiencia.  Si persistimos en nombrar las cosas por su nombre, tal vez al final de este viaje, nuestros hijos podrán dormir en paz.

domingo, 24 de abril de 2011

La mini ficción

A Cristian Ibarra, a Capiello (interesados en lo mínimo)


"Instrucciones para llorar" (Cortázar). Dejando de lado los motivos, atengámonos a la manera correcta de llorar, entendiendo por esto un llanto que no ingrese en el escándalo, ni que insulte a la sonrisa con su paralela y torpe semejanza. El llanto medio u ordinario consiste en una contracción general del rostro y un sonido espasmódico acompañado de lágrimas y mocos, estos últimos al final, pues el llanto se acaba en el momento en que uno se suena enérgicamente. Para llorar, dirija la imaginación hacia usted mismo, y si esto le resulta imposible por haber contraído el hábito de creer en el mundo exterior, piense en un pato cubierto de hormigas o en esos golfos del estrecho de Magallanes en los que no entra nadie, nunca. Llegado el llanto, se tapará  con decoro el rostro usando ambas manos con la palma hacia adentro. Los niños llorarán con la manga del saco contra la cara, y de preferencia en un rincón del cuarto. Duración media del llanto, tres minutos.

Puntos principales de conferencia dictada por Lauro Zavala en la Universidad de Guanajuato, México el 13 de marzo de 2011.

Zavala comienza con la pregunta de si se trata o no de un nuevo género.  Piensa que sí.  Como la novela, es un género que integra todos los otros géneros e intregra además elementos extraliterarios.  Es un género serial e híbrido.  También su primera teoría se publica en español.  El primer texto teórico lo publica Dolores Koch, en 1982.

Tiene antecedentes en la literatura hispanoamericana, por ejemplo, en las "Instrucciones para llorar" o "Instrucciones para subir una escalera", de Julio Cortázar, del Libro de cronopios y famas.

El término ficción, en la filosofía constructivista significa "verdad"; contrario a lo ficticio, lo ficcional es una verdad.

Es interesante que gran parte del género se ha escrito en español.  El primer libro de minificción se publicó en México.  

En 1917 Julio Torri, de Sinaloa, publicó Ensayos y poemas.

La mayoría de los libros se han producido en los últimos 5 años.  Hay un boom de mini ficción.  La explicación que Zavala ofrece de este fenómeno es que, contrario a la modernidad, donde existe nostalgia de totalidad, la posmodernidad ha hecho las paces con el fragmento.  Además han cambiado las estrategias de lectura y los mecanismos de canonización de la literatura.

Las explicaciones que me parecen más pertinentes, aluden a géneros específicos de minificciones, como los créditos en las películas, los videos musicales, los comerciales y los spot-políticos.  Es absolutamente cierto que la minificción dialoga con todos estos géneros.  La ficción mínima también le debe algo a twiter, a facebook, con su limitación de espacio.

También atribuye la minificción a la traducción intersemiótica de la literatura al cine.  Aprendemos del cine.  Ofrece dos ejemplos de minificciones dentro de películas.  La película "El acorazado" de Einsenstein.  Hay una masacre en la escalera, diez minutos de tiempo real en disparos que dura un minuto en la película.  Esa misma escena está citada en la película "Los intocables", de Bryan de Palma.

Las minificciones son seriales, fractales, metaficcionales, intertextuales, elípticas, paradójicas, protéicas, anafóricas (la minificción supone que lo más importante ya pasó; el final es catafórico).  Sus personajes son metafóricos, el tiempo es fragmentario, el espacio es elíptico, el lenguaje lúdico, el género es híbrido.

Finalmente, nos regala este enlace a una revista que se dedica solamente a publicar estudios sobre mini ficción.  http://cuentoenred.xoc.uam.mx/

Y yo traté, a ver si me salía una:

El espejo

Estaba harta de que la siguieran mirando con esa mirada con la que sólo se puede mirar a una perra callejera.  Sí, tenía esa horrible enfermedad en la piel, estaba muerta de hambre, tenía una irritación en el ojo izquierdo que no la dejaba ver bien y hacía que lagrimeara continuamente y lo peor de todo era que se le habían caído las tetas de tantas veces haber sido violada para luego, en un tiempo indeterminado después, soltar el producto del semen depositado por el agujero ese que luego despedía critaturitas vivas que ella abandonaba a su suerte.  Alguna que otra había sobrevivido y cuando se la cruzaba por la calle la reconocía con asco, pena, rencor o indiferencia.  Las tetas así caídas le impedían correr con comodidad para huir con la destreza y la alegría de hace tanto tiempo, cuando todavía huía, reía.  Pensó eso y dio una patada a la miserable perra que la acompañaba a todas partes para lamerla, darle calor, pelerse con ella por las sobras que encontraran.  La perra chilló y salió corriendo.  Ya volverá, pensó esta mujer que ya no recordaba su nombre. Pero esta vez sintió la violencia de lo que había hecho, porque había quedado retratado todo con un fuerte rayo de sol que azotaba los vidrios de la vitrina, la imagen de miseria congelada en el espejo.

jueves, 24 de marzo de 2011

Los caparazones del tiempo


 El texto Caparazones de Yolanda Arroyo Pizarro es una espera y sabemos que en la espera está contenido todo el tiempo; un tiempo que nos hace vulnerables.  Así va de lo más íntimo a la reflexión fundamental de toda literatura que es ¿qué sentido tiene todo esto?  Así el tiempo se expande y se contiene en este libro a partir de sus metáforas.  Un caparazón es la coraza que tiene una tortuga en su espalda para protegerse, pero también es lo que cubre el tórax de un ave.   Lo más profundo de la tierra son los mares, donde habitan las tortugas gigantes y ancianas, porque viven entre 150 y 200 años y porque son sobrevivientes de la era prehistórica.  Lo más alto que alcanzamos mirar son las estrellas, los planetas, las glaxias, a donde se acercan los pájaros con su vuelo gracias, tal vez, a los caparazones en sus espaldas.  Somos cuerpos celestes, en el sentido en que el tiempo lo habitamos con la comodidad de un bostezo.  “El tiempo no es una línea recta, ni tampoco se traslada en paralelos.  Es una extensa curva que va zigzaguendo a comodidad”, dice la novela (18).  El tiempo nos agrede con su indiferencia, aunque la novela parece proponer que el mejor antídoto contra la violencia de estar vivos es devolver la mirada indiferente al timpo.  “No me molesta el tiempo.  Me siento muy cómoda con él.  Muy a gusto”  (41, cito).  Somos seres de la oscuridad, en el sentido en que nos hacemos daño sin saber cómo evitarlo.  Tampoco podemos evitar apalabrar la experiencia y lanzar estas palabras al mar como botellas sin destinatario de las que se desprende un náufrago, sin esperar que llegue ningún rescate. 
Lo que acabo de enunciar son ideas que me sugiere esta novela, que es un texto poético además de ser una historia que se cuenta.  Por ser texto poético, se lee como la poesía: poniendo a dialogar sus partes, que en esta novela constan de cinco caparazones. 
Los caparazones son cayos en la espalda que protegen la materia blanda de la que estamos hechos, pues los hechos que se relatan están rodeados de violencia, como estamos todos rodeados de agua y aire.  La primera violencia, en el contexto de un mundo “volcado” y “convulso”, es la del sexo, acto que violenta la separación física y natural de dos cuerpos con sus almas, aunque sus efectos puedan ser productivos y aunque ese mismo tema se reitere en los demás caparazones.  Como decir:  
     Mientras espero, me gusta leer a Baricco.  Me gusta auto-hipnotizarme con su Permanece así, te quiero mirar; yo te he mirado tanto pero no eras para mí, ahora eres para mí, no te acerques, te lo ruego, quédate como estás, tenemos una noche para nosotros, y quiero mirarte, nunca te había visto así, tu cuerpo para mí, tu piel, cierra los ojos y acaríciate, te lo ruego, no abras los ojos si puedes, y acaríciate, son tan bellas tus manos, las he soñado tanto que ahora las quiero ver, me gusta verlas sobre tu piel, así, sigue, te lo ruego, no abras los ojos, yo estoy aquí, nadie nos puede ver y yo estoy carca de ti, acaríciate...  ¿lo ves?, nadie podrá cancelar este instante que pasa, para siempre echarás la cabeza hacia atrás, grintando, para siempre cerraré los ojos soltando las lágrimas de mis ojos, mi voz dentro de la tuya, tu violencias teniéndome apretada, ya no hay tiempo para huir ni fuerza para resistir, tenía que ser este instante, y este instate es, créeme, señor amado mío, en este instate será, de ahora en adelante, será, hasta el fin.  (101)

Luego, en el segundo caparazón, aparece la violencia de la vida cotidiana, en la que hay voluntad de poseción y control y desapego y sometimiento, de unos y otros.  Quien sufre el sometimiento luego somete a otra.  No hay idealizaciones.  La mujer que penetra a otra mujer también muere a favor de una causa; la defensa del medioambiente. A veces las causas se defienden con violencia activista, mientras que el estado responde con su reclamo de monopolio de la violencia que es la violencia política. 
El tercer caparazón usa el mismo lenguaje de lo ya visto en la cotidianidad central de la novela que es el corpus que compone el segundo caparazón. Como sabemos, "la repetición es una figura retórica que consiste en la reiteración de palabras u otros recursos expresivos, procedimiento que genera una relevancia poética. En todo poema aparecen elementos reiterativos con esa función: ya sea el acento, las pausas, la aliteración, el isosilabismo, la rima o el estribillo". (http://www.uchile.cl/cultura/
actividades/glosario/repeticion.htm)  La relevancia de esta repetición es que se crea el efecto tiempo.  El tiempo en la novela es una espiral, o un zig zagueo continuo, si se prefiere, que va de nanosegundos a segundos a minutos a horas a días a semanas a años a siglos, a milenios, al infinito.  Esta nueva vuelta en el tiempo cuenta lo mismo, aunque los lugares de los actantes cambien, así se añaden complicaciones; un cambio de lugar entre víctima y victimaria; la entrada de otros personajes que son otros planetas en los que hay también agua y fuego.
El cuarto caparazón son dos instantes distintos que marcan las otras violencias que leemos.  Es corto, porque es un puñetazo certero en la boca del estómago, más allá de la trifulca diaria.  Hay un abuso sexual de una menor consentido por quien debería proteger, luego la ausencia súbita del fantasma que es el otro amado. 
El quinto caparazón es el tiempo eterno.
Como vemos, la novela plantea casi sin decirlo una reflexión sobre la existencia misma; sobre el origen del “malestar en la cultura”.  Se supone que el Padre es la ley, pero en estos textos no hay padres, ni hay goce.  Esta pregunta que sigue es mia:  ¿Si la ausencia de padre no es el goce, entonces qué es?  Buscando responder a esa pregunta leo el capítulo 48.
La oferta de ideales es vasta.  Todo lo que tiene que hacer el consumidor es ir al mercado de fanatismos o creencias más o menos dignas de lucha, extasiarse un rato por los pasillos, internarse en las góndolas luego escoger uno del surtido existente.  Se puede elegir defender la patria, combatir el gobierno despótico y tirano, protestar por los hijos de los que no se tiene custodia, luchar por los ecosistemas de la supervivencia de las hormigas en el Sahara o simplemente defender el derecho a la preservación de un espacio atmosférico sin contaminación donde volar cometas de rabo verde.  Los métodos de expresar el ideal van desde subirse a las grúas de los sites de construcción, acostarse formando una cadena humana para prohibir el paso, realizar protestas al desnudo, lanzar globos de agua o aerosol de pimienta a la multitud, en fin.  La lista es interminable. 
Si me lo preguntaran a mí, mi ideal sería irme en contra de la ausencia.  Crearía toda una rebelión partiendo de esa premisa.  Iría a las marchas, lanzaría piedras, dibujaría carteles, haría entrevistas de radio y televisión, redactaría comunicados de prensa, cartas abiertas a los medios, proclamas de compromiso.  (162)

La rebelión es la escritura y el estar; combatir el vacío.  Si no hay ley entonces cada uno a lo suyo.  Pero lo cierto es que sí hay ley, aunque esté afuera del universo que se relata.  Esa ley afecta la relación entre Nessa y Alexia, quienes a pesar de querer vivir sin leyes se tienen que querer en cierto secreto y porque la negociación para el amor que se construyen no deja de tener implicaciones de abuso.  El caso es que lo que no se abandona es la necesidad de tocar al otro y, de algún modo, esa realidad hay que, por obligación, negociarla con ese otro, aunque sea para poder:  “...colocar nuestros brazos en paralelo, uno junto al otro y mirarlos a plena luz del sol, de frente a los rayos, para establecer los constrastes de ambas pieles.  Luego ... be[sar] todos los dedos de la plama de su mano y [que se le devuelva a una] el favor haciendo lo mismo...”  (37-38).  En fin, la novela es la historia de cómo un príncipe o una princesa puede domesticar a una zorra (especies distintas aunque iguales porque se comunican) para que “tú para mí seas única en el mundo y yo para tí sea única en el mundo.”  La cita al texto de Saint Exupery está dicha, también otra a Alessandro Barico o Salman Rushdie o Susan Sontag.  La literatura con la que conversa es globlal, no insular; también las circunstancias.
Sabemos, además, que los caparazones, más que una protección de nuestras partes tiernas son también casas en las que nos refugiamos del mundo.  Sobre las casas dice este libro:  “Para mí una casa es tan sólo la madriguera perfecta para hacerse una de algunas pocas comodidades.  Entre ellas, guardar libros”  (99).  También recibir a la amante.  Allí puede ser que dos mujeres se amen, y que tengan un hijo en una familia que se hace y se rehace como todo lo que está atacado por el tiempo.
Hay aquí un trecho recorrido desde textos como “Las mujeres no hablan así” de Nemir Matos Cintrón o “Reróticas”, de Lilliana Ramos Collado.  Ya quien precede habló de sexo entre mujeres y le construyó una retórica.  Hoy Arroyo Pizarro puede reescribir esa retórica anterior y proponer otra que también mira la violencia fuera y dentro de la pareja, sin idealizaciones.  Con naturalidad la definición de familia se expande en momentos en que hay quien muere o es censurado a manos de los fanatismos con los que estamos obligados a convivir.  La mirada que fabula se fija en el mundo globalizado y en cómo las rutas de desplazamiento de las tortugas marinas nos conectan y nos hacen intuir que las peleas que vivimos a diario, más allá del melodrama que nos hace el centro del universo, no son más que polvo en el universo.  Así lo dice la novela:
Inquieta, intento imaginar la interacción de mi espíritu, lanzado en proyectil, con el viento solar.  Es como si pudiera ver los gases y materiales del universo que me traspasarían y yo los traspasaría a ellos.  Las órbitas de otros cuerpos que esquivo.  Yo, como una corriente que salta en un anillo de partículas.  Me muevo, veo el enjambre de meteoros, las constelaciones, las tormentas de asteroides.  (83)

Leyendo esta novela concluyo, entre otras cosas, que nos conviene amar, pues seremos, como decía ya Quevedo, polvo enamorado.  Nada más importa.