jueves, 28 de julio de 2011

La paz comprada

http://www.youtube.com/watch?v=y5aXkFVNhSE&feature=related
Genitallica, canción, Quiero paz

El capitalismo salvaje ha ganado.  No es noticia nueva, pero quiero observar una de sus consecuencias en detalle.  Hoy día la paz es individual (personal, incluso íntima) y se compra.  Se acabó la solidaridad, si cuando veo, entiendo o incluso siento algo que no está bien, algo fuera de lugar ("out of joint") no quiero entender qué es para luego ajustar mi entorno para cambiar el engranaje de la máquina (las coyunturas), sino que me tomo una pastilla para encontrar la paz.  Por eso es que observamos todos los días el fin de la esfera pública.  El cuarto poder no investiga, no informa, está muriendo el periodismo como profesión, también el pensamiento crítico libre de las influencias del mercado (la universidad), se está acabando el mercado de libros.  Es el fin de la razón.

Por eso ahora los jóvenes escuchan techno, reggaetón; ritmos repetitivos e hipnóticos que ayudan a la desconexión cuando en los sesenta y setenta y hasta los ochenta escuchábamos música con sentido.  Ellos escuchan, sobre todo si se tienen algunas pepitas a mano, aquellos ritmos, u otros que los dejan escapar de otro modo más "salvaje"como el ska, por ejemplo, pues en medio de saltos y empujones uno se libera también toda la tensión de saberse un engranaje de una máquina que sin cada individuo seguiría funcionando igual, pues cada individuo es reemplazable; es una máquina viva, como un organismo con su sistema inmunológico.

Si en los años 60 la paz colectiva fue un proyecto social que impulsó a muchos y tuvo varias manifestaciones, desde los 90 se habla del fin de las ideologías.  Así las izquierdas recogieron el timbiriche y se dejan insultar cada vez que uno que está montao (tiene botes en la marina, la prensa lo sigue, varios negocios que no informa para no pagar impuestos y porque son negocios secretos) le dice que desperdició su juventud en sueños inútiles y que la solidaridad no paga, ni es posible.  Entonces el ex-activista va a la farmacia, a un punto, le roba al abuelo una pastilla, se la toma, y encuentra la paz.  Los jóvenes que no tienen un futuro posible que contarse (no habrá seguro social, ni escuelas, ni hospitales, la educación básica y posterior no sirve para nada, no hay trabajo) saltan y se empujan, se dan golpes de felicidad, se tocan para descubrirse cada poro, tienen sexo con protección o sin ella y buscan no sé, ocho, diez, dieciocho dólares para buscarse la(s) paz, pastillas.

jueves, 21 de julio de 2011

La paz de los tinglares

Los tinglares comenzaron a llegar a desovar en una playa urbana.  Son sus playas naturales.  Tal vez lo han hecho siempre sin mayor estruendo.  Pero hace unos años hay una iniciativa comunitaria y de Recursos Naturales para la conservación de los nidos, puestos en lugares tan impropios sin pedir permiso.

Aclaremos.  Ningún lugar es impropio para los tinglares, si no fuera porque están en peligro de extinción y en esa playa se pierden las pequeñas tortuguitas cuando salen del nido.  En la noche, el mar es luz, pero una playa urbana tiene focos de luz encendidos (en el lugar del planeta que más contaminación lumínica tiene según cualquier imagen satelitar) que desorientan a las pequeñas que nacen al atardecer y se guiarían por la luz para llegar al mar; donde sobrevivirían unas pocas de camadas de entre 70 y 100 que nacen cada vez.  Además, vivimos en tiempos electrónicos y las tortuguitas son, sin saberlo ni quererlo, celebridades.

Estaba estudiando con mi sobrino, pues mi hijo anda por allá tan lejos.  Estaba estudiando con mi sobrino cuando me llamó Vicky.  "Ven que están naciendo".  Ella pasea por la playa todas las tardes.  Yo vivo a cuatro cuadras del mar y me olvido de ir a saludarlo a veces, siempre con remordimiento, pero mi amiga no tuvo que decir más para que yo le metiera prisa al adolescente, ponte una camisa y unos zapatos que nos vamos a ver nacer tinglares en la playa.  Ahora.  Él no mostró entusiasmo, pero no rezongó.

Al llegar venía corriendo más gente.  Localizar el sitio fue fácil.  Había una conglomeración de espectadores en torno a unos palos con cintas que aislan los nidos en la playa.  "Los vecinos llamaron a Recursos Naturales, explicó Vicky, y llamaron tanto que vinieron a dar un taller.  Son tantos nidos que no podemos."  Hicieron a la comunidad responsable, luego de un seminario rápido, de cuidar que todas las tortuguitas lleguen al agua.  Explicaron la fecha aproximada del desove, la hora, los procedimientos.   Hicieron cadenas de mando con teléfonos de responsables e instrucciones.  La gente llegó.

Primero se ve que la arena se mueve.  Parece que saldrá sólo una.  Pero una vez se destapa ese vientre, salen en carrera.  Se forman líderes espontáneos.  "No hagan ruido que las asustan".  "Abran el círculo.  Dejen que pase la luz poniente para que salgan."  "Ábranles el camino".  Gente de toda clase social y que estaba en las más variadas actividades, como yo, antes de que algún vecino los llamara, habían llegado a la playa a conmoverse.  Un caballero con zapatos de trabajo.  Gente con sus perros en medio del paseo de la tarde.  Niños.  Gente humilde.  "No las toquen."  Flash, flash...  "Retraten sin flash".  Los celulares hacen fotos y las recién nacidas tienen que abrirse paso ante el tumulto conmovido, que no por eso saca los pies del medio, aleja los perros, hace silencio para meditar sobre la maravilla.

La iniciativa comunitaria de la playa de Ocean Park es loable.  Qué bueno que colaboren con recursos naturales.  Observo con curiosidad que la naturaleza a veces nos conmueve y a veces nos solidariza.  A todos.  Hemos visto el milagro de la vida que sucede sin nosotros hace millones de años.  Gente que normalmente no estaría de acuerdo ni para levantarse a buscar sal en un momento soso, de momento salta de alegría por que, tal vez, una de las tortugas que yo salvé (porque no la pisé, porque no la maté con mi flash, porque le dije al vecino que sacara su perro de encima de esa pobre tortuguita; ok, porque vigilé el nido por noventa días) sea alguna de las que sobrevivan y aminoren el problema de escasez de números de la especie, aunque haya habido la séptima masacre del año la semana pasada en este país; aunque no mejore el problema del chorro de aguas negras que sale de enfrente de mi casa y desagua en esa misma playa hace años (nos cansamos de llamar a las autoridades), aunque el periódico no me diga nunca que hay una caravana de patrullas de policía que durante las noches organiza redadas silenciosas, porque a lo que van es a buscar su paga pa dejar al punto en paz.  El periódico tendrá su noticia feliz del día.  Mi sobrino, que no quería mirar porque no valía la pena empujar gente para ver y prefería hablar por celular como siempre, al final miró y se sorprendió.  Llegamos a la casa a ver videos de tinglares poniendo sus huevos.  Son las tortugas marinas más grandes que existan.  Sin embargo nacen tan frágiles que están por terminar su tiempo en el planeta.  Quién sabe si él o yo, otros, al ver el esfuerzo estadísticamente fútil de llegar al mar de uno de esos recién nacidos indefensos, nos venga en mente que todo es más grande que nosotros, sin que por ello, no valga la pena el esfuerzo por la, y vuelvo y pongo la palabra, paz.

sábado, 9 de julio de 2011

La luz de las naciones es infinita e íntima. A propósito de la Bienal de Venecia.


Si entra al sito oficial de la Bienal de Venecia 2011, como primera cosa leerá que ésta ha tenido 15,627 visitantes durante la semana que va del 25 de junio al primero de julio.  Uno de ellos fui yo.  Otro mi hijo de nueve años, Ernesto.  Pienso "Pictures at an exhibition" de Modest Mussorgski, lo divertido de esa pieza musical, y revivo la experiencia de un niño todavía niño en una exposición de arte internacional.  Se trata del arte de hoy, que mezcla, a menudo, medios (pintura, fotografía, vídeo, música, escultura, performance, film), por lo que las instalaciones por las que se atraviesa, con las que se interacciona, son estimulantes y hasta agobiantes para los distintos sentidos y la imaginación.  El tema de este año es "Illuminazioni".  Es una cita a Walter Benjamin y también una referencia a la luz, tan fundamental en las artes visuales, y las naciones que se supone están hechas de la luz de sus hombres.  

Mis reflexiones a partir de lo allí visto, iban en torno a la idea de que había un corpus coherente en medios, como ya he dicho, y en temática, más allá de la provocación que pudiera procurarle al artista el tema propuesto, los pabellones nacionales de los jardines y las exposiciones más individuales del arsenal, giraban en torno al individuo.  

Por ejemplo, el pabellón de Francia era una máquina gigante construida con tubos que hacía girar una cinta con fotos de caras de bebés que se proyectaban de forma fragmentada (la cara dividida en tres horizontalmente) en una pared cuando alguna persona del público tocaba un botón, construyendo así un rostro.  Es como la genética cuando los 42 genes de cada uno de dos personas se juntan para hacer otro individuo parecido, pero diferente, también de 42 genes que son suyos.  Entonces, la instalación provoca pensar sobre el infinito, porque pensamos que no lo podemos aprehender con la mente, pero al final lo vemos todos los días, en las caras de las distintas personas que son todas únicas, y aunque hubieran sido gemelos son distintos porque la suma de experiencias y la perspectiva son únicas.  El tiempo es infinito y lo vemos en los minutos que pasan, aunque a veces nos parezca que un minuto es igual a otro.  

FRANCE
Chance
Christian Boltanski
Commissioner: Institut Français. Curator: Jean-Hubert MartinVenue: Pavilion at Giardini

A Ernesto le gustó el pabellón de Corea. Pensando en que cada uno de nosotros es un universo que nace cuando nacemos y un universo que desaparece cuando morimos, somos planetas y luz, el pabellón de Corea eran hermosas fotos de flores, pero luego veíamos que no eran fotos sino una película proyectada, pues esas flores encubrían personas vestidas con fatigas militares, camufladas con esas imágenes floreadas, ellos y sus fusiles.  Se movían poco a poco y se lograba verlos.  Allí estaban las hermosas fatigas floreadas.  Y más allá un espejo que devolvía la propia imagen y otra que se proyectaba en el espejo como un fantasma.  La imagen en el espejo es otra vez un individuo, es yo, soy yo, es mi planeta, mi universo, como la flor también es un Universo, más allá de la guerra de las galaxias.


KOREA, Republic of
The Love is gone but the Scar will heal
Lee Yongbaek
Commissioner: Yun Chea Gab. Venue: Pavilion at Giardini

Interesante para mí, como puertorriqueña, que la propuesta que representaba a los Estados Unidos hubiera sido producida por una estadounidense y un cubano residentes en Puerto Rico.  Este detalle sólo ilumina lo que es esa nación hoy.  Hay un tanque puesto patás arriba, sobre el que hay una máquina de correr, sobre la que trota un atleta del equipo olímpico estadounidense a ciertas horas preestablecidas.  Hay reproducciones en plástico del asiento de primera clase de una línea aérea, hay una máquina de esas de sacar dinero funcionante en otra habitación, hay una película filmada en Vieques, de un hombre tamibién del equipo olímpico de atletismo que posa como el hombre bandera sobre un pasaje dividido en dos (se sube con sus músculos de lado sobre un poste de bandera, a veces en la proyección de arriba; a veces en la de abajo.  Así ambas proyecciones son distintas y se complementan).

UNITED STATES OF AMERICA
Gloria
Jennifer Allora, Guillermo Calzadilla
Commissioner: Lisa D. Freiman. Venue: Pavilion at Giardini