viernes, 6 de marzo de 2009

El fondillo maravilloso (Reseña)


El fondillo maravilloso de Tere Dávila.

La incomunicación tratada al punto que se vuelve ominosa o siniestra. Creo que ése es el tema de este libro. Los efectos especiales a que estamos acostumbrados en el cine o la publicidad son actos de comunicación a medias. Hay un emisor que tiene un mensaje que a través de un canal comunica a un receptor. Pero no se espera réplica. La comunicación termina ahí. O, en el caso de la publicidad, la réplica que se espera es que usted compre algo, patrocine alguna entidad de algún modo. El cine, por su parte, quiere conmoverlo de algún modo.

Así, este libro abre con la emisión de un mensaje, cuya respuesta, veremos mientras leamos, no se dará por medio de palabras (hay comunicaciones silenciosas), ni de hechos. La respuesta será una remoción de vísceras, una carne de gallina, un salto al abismo. Es que el libro de Tere Dávila llega a ser pesadillezco y nos confronta con monstruos. El libro va presentando ciborgs (mezcla de humano y tecnología, como el hombre y la mujer biónica), humanos que toman la forma de objetos inanimados, seres deformes.

En la tradición literaria occidental el otro del hombre blanco se ha tendido a representar de forma monstruosa. Es lo salvaje. Pero es una proyección. Son las partes que el yo civilizado tuvo que reprimir. Tradicionalmente, occidente no ha sabido comunicarse con esos monstruos, por lo que somos seres enscindidos. En fin, somos esos monstruos y no queremos saberlo. En este libro, esas represiones se liberan y vienen a aterrorizarnos, a acecharnos, a perseguirnos, a acosarnos, a espantarnos… Habría más sinónomos para el terror mórbido de quien se ve de frente con una pesadilla, que también es una broma pesada, morbosa, pero paro aquí.

El bestiario, recuerda también la zoología literaria de latinoamérica. Hay una descripción de una muerte por mordida de serpiente que recuerda a Horacio Quiroga y sus personajes perdidos en medio de la selva en busca de la atención médica que no llegará, para así no evitar que el cuento sea sobre el proceso de acceder a la muerte como un destino inevitable. Hay una reflexión en tono de novela policial que relata la relación criminal que tiene el lector con los personajes de una historia, como sugiriera un Cortázar en “Continuidad de los parques”, donde los personajes se vengan del lector intruso. Hay reflexiones sobre la multiplicidad que nos habita, como los personajes de Borges o Manuel Ramos Otero, que se desdoblan de forma especular, o cuentos que ofrecen múltiples finales para que el lector escoja llevando al colmo la estategia de "Letra para salsa" de Ana Lydia Vega.

Y es que, a pesar de ser un libro que interesará a todo lector morboso que se quiera enterar de qué es lo que pasa con ese fondillo maravilloso, también es un libro consciente de que el arte es artificio y juega con la forma, como lo hiciera un Greenway con el cine, el autor de películas como The cook, the thief his wife and her lover, o The Pillow Book, tan interesado en la belleza como en en la fealdad que convive con ella, o como lo hiciera un Almodóvar, autor de personajes histéricamente melodramáticos, trági-cómicos y por ello entrañables, o como lo hiciera el propio Andy Warhol, quien se vale del pastiche y la cita para construir arte que parodia y se reapropia la publicidad, lo comercial, y lo pedestre que nos habita a todos por más que no queramos mirar que lo salvaje no está en el ambiente, sinó que nos habita hasta la trivialidad.

Los efectos especiales de este libro, sin embargo, no son juegos retóricos ni arte por el arte. Decía, es un procedimiento de confrontarnos con nuestros bestiarios insternos, con nuestras pesadillas, desde una mirada honesta y descarnada. Me interesa este libro por su sustancia, además de su humor y su belleza. La sustancia que nos propina el libro y la sustancia del proceso de cada lector al relacionarse del libro, que no necesitará de mi cátedra.

Del fondillo no diré nada. Ése lo tienen que investigar ustedes mediante la lectura atenta del libro.

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