jueves, 27 de mayo de 2010

Bienvenida a Latinoamérica

Una vez había tomado cervezas demás (antes me podía pasar) mientras acampaba en Culebra. Estaba sola en la playa. Los otros se habían ido por ahí. Se me ocurrió ponerme la careta y el tubo para respirar, las chapaletas, e irme a mirar la naturaleza marina (soy buzo con licencia, este gesto no es complicación ni novedad). Ya en el agua veo un tiburón, una barracuda, una morena gigante que me ronda. Trato de calmarme (es la nota; ese animal no puede estar aquí tan cercano a la orilla). Pero no puedo evitar salir corriendo (repetir el milagro de caminar sobre el agua) y tirarme a salvo en la primera arena seca que encuentro. Al rato llega alguien; no recuerdo quién. Observa mi palidez. ¿Qué te pasó? pregunta, "Parece que viste un fantasma" añade. Me río de mi tiburón, barrucuda, morena imaginarios... (o reales, quién sabe).

Lo que describo arriba fue un ataque de pánico. Aquello fue hace tiempo. Sigue la descripción de otro.

Estoy tomando cervezas y hablando con un compañero dominicano. Le describo la crisis del país porque pregunta, como preguntan todos los Latinoamericanos: ¿Qué son ustedes? Repito algunos de mis argumentos más cínicos. "No me digas que en tu país no se hace lo que digan los gringos". "Me atrevo a apostar que, si contamos, en México hay tantos Mc Donalds como en Puerto Rico". "La primera vez que fui a Cuba estaban dando los "Ninja turtles" en el cine... Al bizcocho le dicen cake y a las bolsas de plástico les dicen nylon".

Pero esta vez el argumento era la crisis. Yo decía algo así como "Hemos entrado en una etapa". Me imaginaba un ciclo de crisis y protestas, pero sin que cambiara nunca nada escencial (bueno, perdimos la telefónica pero sacamos la marina de Vieques). Me encabalgo cada vez más en el pasado para tratar de determinar el punto de inicio de la crisis. Pienso en derechos adquiridos que hemos ido perdiendo sin protestar, y en las protestas que se han hecho y lo que han ganado (ahora nos venden el agua potable, antes había fuentes en los parques, pero la marina...). La nota sirve para entender a veces. De momento veo un tiburón, una barracuda, una morena... "¿Y si no es una etapa sino una crisis permanente a la que hemos entrado, de la cual no saldremos como antes; no iguales, no intactos?"

"Bienvenida a Latinoamerica", fue la respuesta, enmarcada en una gran sonrisa, del compañero dominicano.

jueves, 20 de mayo de 2010

Pura coincidencia

Comenzando el libro del escritor español José Ovejero, titulado "Añoranza del héroe", que trata sobre un abuelo suyo, según me contaron, quien huyendo de Franco se vuelve revolucionario en Cuba (me encanta ver cuantos escriben anclados en más de una parte, más de una realidad, como este héroe con más de una familia; una en España y otra en Cuba, esto es, la historia que nos une) leo la siguiente descripción de cómo empieza a cuajarse la resistencia a Machado, quien luego fuera derrocado:

"Los siguientes meses fueron de una tensa expectación. Se hablaba de la huelga general, de los efectos de la Ley de Emergencia Económica que aumentaba los impuestos al consumo, de los bajos salarios, del hambre. Pero aún pocos soñaban con la revolución. Lo más que se atrevían a esperar la mayoría de los cubanos era que Machado, saciado en su rapiña, decidiese abandonar el país para disfrutar su riqueza en latitudes más tranquilas. En las ciudades sí parecía el descontento llevar a la acción, aunque desordenada. Allá alborotaban los estudiantes, estallaban petardos, se firmaban manifiestos y denuncias, cundía el grupo rabioso de los conspiradores, al tiempo que la "porra" hacía desaparecer sospechosos, torturaba indefensos, distribuía favores y jurisdicciones." (24)

Cualquier parecido con la realidad puertorriqueña actual es pura coincidencia.

viernes, 14 de mayo de 2010

De festivales y monstruos

Dos o tres días antes, cuando todavía parecía que estábamos jugando a hablar de un Festival que no era cierto, andaba mostrando la playa y las selvas tropicales a mi nueva comadre, la escritora cubana Karla Suárez. De casualidad pasamos por Ballajá. Íbamos a otra cosa, la Karla turista quería ver el Morro, pero digo "Aquí será el Festival". Señalo Ballajá. Entremos, dice ella. Se queda con la boca abierta. "Oiga, comadre, pero este sitio es grande". ¿Y si llueve? Yo, que he asumido el candor como estilo de vida, comienzo entonces a preocuparme. Cuando vuelvo a ver a Fajardo (José Manuel, escritor español, Director de Programación del Festival) le digo, como haciéndole eco a la cubana: "Oye, ¡pero ese sitio es grande! ¿Se está haciendo promoción?" Me dice que sí y que me despreocupe. Pienso que vienen escuelas y que son 100 escritores (público cautivo, aunque los escritores no se dejan cautivar, a veces hablan y escapan). Durante los próximos días, en almuerzos y cenas, en chiste, urdimos planes para atraer la gente a Ballajá, la flauta de Hamelín, por ejemplo, para luego cerrar la puerta y dejarlos a todos dentro hasta el final, contratar a Buñuel de Jefe de programación era otra posibilidad. Saben que cuando él dirije, la gente no se puede ir.

El día antes estamos un grupo midiendo y clavando cuadros de la exposición de Mordzinski. Los trabajadores del gobierno se fueron a las 3:30 y el argentino, que resultó ser un Romeo o Pepé le Pou (cuántas manos besó) brillante en muchos sentidos, simpático en todos, se fue en brote. Llegó el apoyo más emocional que práctico, porque en mi casa pongo los cuadros virados. Mido a ojo y donde quede está bien. Pero bueno, tengo inteligencia y debo usarla a veces, así que cuánto mide esta pared, cuánto los cuadros, y cómo lograr que queden centrados a tal distancia del suelo, con una pulgada entre ellos. Bueno, se hizo. Es cierto que movimos un clavo de lugar 4 veces, pero se hizo lo que había que hacer y alguna que otra travesura adicional (lo digo con pudor y vergüenza, apenas llegamos me comí la cena de quienes llevaban allí horas trabajando... la cubana ayudó). Gracias al escritor español José Ovejero, quien sí sabía medir clavos.

Llega el día, como siempre pasa inevitablemente. Nos lanzamos y allí está la gente. Bajo la lluvia está la gente. Movimos una charla a la Sala Mordzinski (Mempo Giardinelli, Leonardo Padura, Sergio Ramírez, la palabra y el poder) por la lluvia, pero la sala abarrotada de gente esperó con paciencia el nuevo montaje técnico. Bajo el calor está la gente y repartimos abanicos. La gente llegó; está.

Me entero con alegría de que Paco Ignacio Taibo II (escritor español residente en méxico; buenísimo) iría acompañado de Pilar Quintana (la aguerrida colombiana) a piquetear con los estudiantes de la Universidad de Puerto Rico en huelga. Al día siguiente me cuentan... "¡Los puertorriqueños bailan en los piquetes! ¡No me llamen upi, llámenme candela, candela, candela!" Algo sobre la alegría en contextos de dictadoras y violencia dicen los panelistas de la mesa sobre escribir el horror. El angolano Ondjaki cuenta que su abuela llora cuando le tienen que cortar un dedo del pie debido a la artritis, porque "no podrá ya bailar". Le mandamos un saludo desde la mesa a los estudiantes en huelga. Nos solidarizamos.

Ojo. Este es el punto clave de esta crónica mínima. Hablan el escritor chileno Luis Sepúlveda y el italiano Bruno Arpaia de la palabra y el poder. A fin de cuentas hablan de la esperanza y la utopía. No tengo que decir que Puerto Rico es un lugar medio desesperanzado. En estos días, sin embargo, tenemos las universidades en huelga y el apoyo de la prensa y las distintas comunidades de la esfera pública, profesores incluidos, quienes se han opuesto a conflictos huelgarios anteriores. La esperanza por una sociedad justa que se ocupe de sus ciudadanos y goce de libertad, de cultura, de sosiego... Esa esperanza no se puede abandonar. Yo que pretendo una dureza que es más impostura que otra cosa, me escondí detrás del escenario para que no viera nadie que lloraba conmovida.


Luego una fiesta y a bailar con esos maravillosos escritores, muchos de los cuales son amigos hace un tiempo, otros nuevos amigos ya dados por seguros. A bailar con los nuevos amigos que colaboraron en la producción del evento con paciencia, cariño, diligencia, eficacia...

El domingo era día de la madre; me fui con mi hijo. Leí en la prensa que también quedó bonito el regalo de un libro y una flor para mamá. Volví cuando ya todo había acabado, pero esas bestias raras que son los escritores se niegan a irse. Todavía andan algunos encarnados, otros en espíritu rondado la isla.

Y nos han amenazado con volver.

miércoles, 5 de mayo de 2010

CARTA ABIERTA DE Mercedes López Baralt

Merce me entrega a la mano esta carta. Por medio de sus palabras me solidarizo con los estudiantes:

¡QUE VIVAN LOS ESTUDIANTES!

En estos tiempos recios en que la esperanza parece haberse rendido en nuestro país, los etudiantes la han rescatado en el verdor de los prados de la Universidad de Puerto rico. Sus reclamos son justos y piden diálogo. Están organizados en una suerte de hermandad edénica: leen, escriben en sus computadoras, juegan a la pelota, duermen a la intemperie, comparten alimento, limpian el campus, y, con ingenio admirable, han creado su porpia estación radial. Han formado comunidad.

Al hacerlo, han soltado al vuelo la esperanza, multiplicada prodigiosamente en los demás recintos y enmiles de corazones que piden con Sabina que el diccionario detenga las balas. ¿Por qué nos hechiza su gesta? Porque da voz al reclamo silencioso de un pueblo que ya no aguanta más los abusos de poder. Porque son el futuro. Y porque la comunidad es el rostro de la fugitiva utopía, que hoy nos sonríe desde la Torre.

Merdeces López-Baralt
Universidad de Puerto Rico

domingo, 2 de mayo de 2010

Conversación

A los estudiantes en huelga. Por rescatar la utopía posible y creer en el diálogo.

Convesar con muertos brillantes que han movido por siglos o por instantes algo en cierta historia de gente que lee. Conversar con vivos que se sienten amigos porque nos hurgan las llagas y luego nos dan un abrazo o porque nos hacen reír cuando en verdad teníamos ganas de llorar o nos dejan llorar tranquilos o nos acompañan a llorar. Conversar sobre el mundo y sus engranajes hoy. Preguntarse qué tiene que ver la palabra escrita con esos engranajes o con los que hacen que mi cuerpo respire, sude, se levante o se vuelva un montón de piedras (como Pedro Páramo). Atrevernos a pensar nuevamente en voz alta en las utopías posibles. Escaparnos a conversar sentados en una esquina, agarrados a una cerveza (o un café, o un poco de agua). Cantar, bailar, volvernos todos mujeres al borde de un ataque de nervios. Enterarnos de que había gente que nos estaba diciendo algo y no nos habíamos dado cuenta. Tener la oportunidad de reaccionar a esa interpelación. Conversar en persona o remotamente, a viva voz, o como entre sueños, sólo con notar que se comparte o aborrece un gesto.

Más allá del insularismo. Los conventillos literarios ya no funcionan. La conversación no es sólo con los cuatro que están de acuerdo conmigo y que coinciden en el gusto por la misma marca de café. Hay que conversar con el mundo. Traer al mundo a la isla. Salir a verlo. Mirar hacia el Caribe, hacia Estados Unidos, hacia América Latina y Europa (de todas partes vienen esos seres raros que se llaman escritores). A esa fiesta se invita al pueblo de Puerto Rico, a partir del martes próximo. Ojalá que acepten la invitación, se vistan de gala, y vengan, que pa conversar hacen falta dos, y a veces, como ahora, más.