Comenzando el libro del escritor español José Ovejero, titulado "Añoranza del héroe", que trata sobre un abuelo suyo, según me contaron, quien huyendo de Franco se vuelve revolucionario en Cuba (me encanta ver cuantos escriben anclados en más de una parte, más de una realidad, como este héroe con más de una familia; una en España y otra en Cuba, esto es, la historia que nos une) leo la siguiente descripción de cómo empieza a cuajarse la resistencia a Machado, quien luego fuera derrocado:
"Los siguientes meses fueron de una tensa expectación. Se hablaba de la huelga general, de los efectos de la Ley de Emergencia Económica que aumentaba los impuestos al consumo, de los bajos salarios, del hambre. Pero aún pocos soñaban con la revolución. Lo más que se atrevían a esperar la mayoría de los cubanos era que Machado, saciado en su rapiña, decidiese abandonar el país para disfrutar su riqueza en latitudes más tranquilas. En las ciudades sí parecía el descontento llevar a la acción, aunque desordenada. Allá alborotaban los estudiantes, estallaban petardos, se firmaban manifiestos y denuncias, cundía el grupo rabioso de los conspiradores, al tiempo que la "porra" hacía desaparecer sospechosos, torturaba indefensos, distribuía favores y jurisdicciones." (24)
Cualquier parecido con la realidad puertorriqueña actual es pura coincidencia.
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