domingo, 6 de diciembre de 2009

Crónica: La intemperie interior

Ayer nevaba y llovía al mismo tiempo. El tiempo se volvió flexible cuando el pasado y el futuro se escabullían en el presente que no quiere ser más que eso. Pero está bien que se cuelen si no hay melodrama. Leí que el psicoanálisis es hijo del romanticismo. Pensé, claro, y me dio gracia entender a los analistas, tan metódicos ellos, como Byronianos recalentados y reempacados. Será por eso que en este tiempo de locos nos ha dado por lo gótico: mansiones abandonadas que rescatar y conversaciones con fantasmas, encarnados o no, chupar sangre. Pero no me abruma la nostalgia ni me da por asir esperanzas. A veces un buen baño hace bien. La voz de un niño. Encender el horno. Pensar en tortas de chocolate que batir a mano, trescientas veces, con cuchara de madera. Pero no. Hay que vigilar la línea. Luego un libro, el teclado, un café. Mirar el frío por la ventana del lado acá de la calefacción.

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