domingo, 2 de agosto de 2009

Toque de queda


Mi niño le teme a la noche. No sé si es mi culpa. Quién sabe de qué hablábamos que salió el cliché del film noir, siempre filmado en callejones oscuros y solitarios donde los malechores aprovechan para cometer sus fechorías. Escuchamos los tacones lejanos que son la metonimia de la víctima, y que Almodóvar convirtió en el sonido reconfortante de la madre que regresa de la calle, donde tuvo libertad de ser por un rato. Porque la cultura de consumo nos impone los modelos de los medios. Ahí están las divas para que las envidiemos y las imitemos (nadie mejor que los transvestis), pero las mujeres y los niños en su casa después de la hora de la cena para preservar la decencia de toda la familia; que es a su vez el país.

Tal vez tuve que parar en la estación de gasolina después de que oscureciera a comprar leche o gasolina. Tal vez lo encerré con llave en el carro, con miedo a que algún desconocido entrara en él. Tal vez vio mi nerviosismo al cometer una transacción tan simple como suplirme de la leche para el café de la mañana. Porque hasta eso es un atrevimiento en un país que vive en guerra civil, como el nuestro.

Otra vez quise salir a casa de amigos y que me acompañara y no quería ir porque ya estaba oscureciendo. Más adelante quise salir yo y él se resistía a quedarse tranquilo, porque estaría ya oscuro. Imediatamente comencé a arrepentirme de haberle inculcado ese miedo (tal vez sin darme cuenta). ¿O es bueno ese miedo que nos hace alertas y nos pone a la defensiva?

La dicotomía me molesta, como molestan todos los binomios (de día salen los buenos y de noche los malos) porque es simple. La luna ha amparado en la historia de las narrativas de occidente, tanto a lunáticos como a hombres lobo y a vampiros, todos ejemplos de seres de la noche que acechan. Pero también ha amparado el juego, la fiesta, el amor, nuestras facetas creativas y no necesariamente productivas.


Por ejemplo

El periódico cubre en su Revista de este domingo la nueva propuesta de un toque de queda para preservar el orden social. A los conservadores no se les ocurre otra cosa. Encerrémonos y dejémosle la calle a los vampiros. El artículo cita varias estadísticas que establecen que la criminalidad es menor durante la noche en comparación con el día. Argumenta que de cara a la evidencia, las autoriadades insisten en la idea. Uno de los derechos fundamentales de la democracia es el de la libre asociación. También tenemos derecho a la propiedad privada (que los conservadores tanto defienden, por encima de los derechos colectivos y ambientales). Pero en esas propiedades privadas llamadas negocios, no nos podemos asociar libremente, porque el gobierno no puede pensar en otro modo de acotar la guerra que él mismo provoca. Sería el momento de recordar a Alex Trujillo. Basta mencionar el nombre que la poesía hará su efecto. Me sorprende que el periodista que cubre la noticia se acerca a un local del Viejo San Juan (tan desnudo de juventud alegre ultimamente), un local que está siendo rescatado, luego de que cerrara recientemente para el pesar de muchos. No se le ocurre ir la la Pacita de Santurce (no mencionaremos el narcotráfico nuevamente, porque la poesía siempre dice más). Ni se le ocurre entrar al local, donde unos jóvenes están por iniciar la presentación de un libro y una revista digital.

El péndulo de ojalata; letra y pixel
Distinto a las presentaciones de libros que normalmente se hacen, los poemas que se presentaban fueron cantados, bailados, performeados, declamados, representados visualmente y (aunque la parte digital falló) mostrados en pantalla. Me conmovió la capacidad organizativa y el talento de los jóvenes que participaron de este evento. Sobre todo James Cantre, el autor del libro y editor de la revista digital que será lanzada por su cuenta luego de comenzadas las clases. La gente entraba de la calle a ver qué estaba pasando en el local. La actividad terminó con la música del grupo Ron caravela (porque hay alcoholes que embriagan de maneras que no son ilegales).

El poemario tiene un tema musical. El péndulo es el metrónomo que va midiendo el tiempo de las tres secciones (movimientos) del poemario. Se pregunta sobre el ser de un yo que dialogo con el tú y con el mundo.

Este es el tipo de actividad que se evitaría con un cierre temprano de los negocios. La noche libera las fuerzas creativas que sólo tienen lugar en las horas de ocio, porque el día es para el negocio (negación del ocio). El mejor argumento lo tenían ahí. Los periodistas no lo vieron.

Ojalá que mi niño escriba, cante, baile, componga música, pinte cuadros, actúe y que comparta sus energías creativas, a la hora que sea, sin miedo a que se lo lleve el lobo.

1 comentario:

Ivonne C. León dijo...

Otra perspectiva sobre seguridad: http://www.ted.com/talks/eve_ensler_on_security.html
Saludos