jueves, 28 de mayo de 2009

Libros


Tengo libros en mi cartera, en mi carro, en las dos mesitas de noche a ambos lados de la cama, en una pequeña librería que tengo en mi cuarto, en el piso de mi estudio, sobre el escritorio, en una silla que también hay en él. Me refiero a libros que he comprado y he leído a medias, o no he leído. Por eso no han pasado a su lugar definitivo en los estantes que tengo en mi estudio y en la entrada de la casa. A veces, cuando quiero recoger la casa, me obligo a leer de un golpe varios, muchos, los que haga falta para que ya no haya tantos libros por todas partes; para poder archivarlos en su lugar definitivo en el estante que contiene libros de filosofía, historia, literatura latinoamericana, puertorriqueña, otras, temas de género, teoría y crítica cultural de Puerto Rico, de Latinoamérica. Los libros de referencia son un alivio porque como son de referencia, los compras y los puedes archivar inmediatamente en su lugar permanente. Aunque tengo algunos (uno de historia del arte, una introducción a la filosofía que me costó 3 pesos) que me obligo a leer como si fuera una novela; porque sí... pa saber, pa tener más información pa pensar o ideas con las que debatir.

El caso es que no soy una fetichista de los libros. Cuando los estoy leyendo me divierto, pero podría también hacer otra cosa, como ir a la playa o cocinar sopa de cebollas. El caso es que los libros ayudan a pensar. A lo que no puedo renunciar es a pensar. Pienso todo el tiempo; y no se puede pensar sin información de historia, de economía, sin aparatos conceptuales que desmonten un problema en partes inteligibles. Pero Sor Juana advertía que también se piensa cocinando, observando como se junta o se disuelve un huevo. Tal vez por eso es que no necesariamente tengo que tener un libro en la mano, pues otras actividades me están ayudando en el proceso. Pero también por eso es que leo y por eso es que a veces empiezo un libro con pasión pero no lo termino; se queda cogiendo polvo en la mesita de noche por un tiempo que puede llegar a ser años. Cuando eso pasa es que abandoné ese hilo y la vida, o los cursos, o la lógica o el azar me llevaron a otro hilo de pensamiento. Cuando compro un libro es que quiero que me ayude a pensar algo en específico, pero a veces me lleva la marea. Luego, un día, tiempo después, retomo el hilo y me acuerdo que en una pila en alguna parte hay un libro que va por el mismo camino y, ¡zas!, el libro es perfecto. Es entonces que devoro el libro, cuando al leer, me doy cuenta que ese libro lo pude haber escrito yo, porque el libro dice lo que pensaba, lo que estoy pensando, llega por su propio camino, un camino nuevo que me sorprende, al lugar al que yo me estaba dirigiendo. Es como coger pon. Luego el libro te acompaña por distintos caminos en distintos momentos de la vida, porque hay libros que uno no puede soltar.

Lo que es ominoso es cuando los libros te escogen a ti. Vas caminando por una librería y el libro salta y se te mete en las manos. No sabes ni por qué, pero lo tienes que comparar y cuando eso pasa, hay que ceder siempre, porque la razón existe aunque no la entiendas. Tan pronto te pongas a leer te darás cuenta de ello. En las bibliotecas, me encanta ir a los anaqueles por temas, sin un código en la mano, y mirar qué hay. Se encuentran mejor los libros que mediante cualquier base de datos, porque los libros hay que tomarlos en la mano, mirar el índice, la dedicatoria, saltar a cualquier página al azar y leer un párrafo. De momento, este es y no el que fuiste a buscar y que resultó ser aburridísimo.

Me voy, que ahora estoy debatiendo con David Harvey. Luego les cuento de qué. Sólo adelanto que el tipo sabe escribir. Así que además de subrayar párrafos porque me ilustran una idea, también tomo nota de su texto escritural que se lee con placer. Porque reflexiona sobre este momento en la política, pero lo hace desde una reflexión personal, dando ejemplos de su vida, del cine, pasando por nombrar eventos y citar alguno que otro libro que representa un contexto, un momento, una idea... Mmmm...

2 comentarios:

Mara Pastor dijo...

qué hermosura de foto, melanie, dónde estabas? cuando los libros te escogen es lo peligroso, te doy toda la razón.

Melanie Pérez Ortiz dijo...

En casa de tu amigo Marco en Italia... Tres meses que pasé por allá luego de parir (aprovechando la maternidad para que el desterrado reencontrara sus raíces).