miércoles, 12 de enero de 2011

dominó

Esta anécdota no me deja dormir hoy.  La tengo que contar.  Me sucedió hace algunos años.  Aunque estoy por hablar de Nicaragua no quiero hablar de Nicaragua.  Quiero hablar de Puerto Rico, de la huelga estudiantil, digamos.

Tengo una buena amiga, quien además de ser buena amiga también es nicaragüense.  Mi amiga tiene un café.  Allí tomo café a menudo y hablamos de cualquier cosa un rato, nos reímos, hacemos cuentos, citamos filósofos, contamos chismes.  Ella me cuenta que fue sandinista, lo cual quiere decir que en algún momento de su vida anduvo vestida con una fatiga militar caminando por alguna maleza.  Trato de imaginármela así.  Tiene una hija, producto de una relación que tuvo con algún barbudo que la acompañó en aquella faena de hace tanto tiempo.  Entra al café un señor más bien bajito, también nicaragüense.  Intercambia algunas palabras con mi amiga.  Se va.  Ella me explica que él acaba de abrir un negocio al cruzar la calle.  Allí sirve sopas, buenísimas sopas.  Aunque ambos negocios se hacen la competencia, son amigos y se apoyan mutuamente.  Luego sonríe y suelta la bomba.  Fue contra.  Yo la miro con la boca abierta y no lo puedo creer.  Ella ahora se ríe abiertamente.  Sí.  Si nos hubiéramos encontrado de frente hace veinte años uno de los dos estaría muerto; literalmente.  Ahora cada uno tiene un café, uno frente al otro, en la misma calle de Río Piedras, en esta isla del Caribe.

Pasan algunas semanas.  Estoy conduciendo al trabajo.  Veo a mi amiga jugando dominó con su compatriota, ex enemigo político, hoy competencia en los negocios y colaborador suyo.  Son las siente treinta de la mañana.  Han pasado la noche entera jugando y bebiendo cerveza.  La veo más tarde en el negocio, le pregunto.  No es que colaboren.  ¡Es que son amigos!  Sí...  Dice ella con naturalidad.  ¿Cómo pueden jugar?  ¿No hablan de política? Discutimos, hablamos, revisamos, o hablamos de otra cosa también.

Después de la guerra, la gente juega dominó en la misma mesa, del mismo equipo, y habla resuelve lo que puede resolver con el toma y dame que se hace de palabras.  Mi pregunta es.  ¿No podemos brincarnos la guerra y llegar al dominó directamente?

1 comentario:

Jorge David Capiello-Ortiz dijo...

Que hermoso, Melanie, te leo y no puedo evitar que algo húmedo tiemble bajo el párpado. A de ser el sueño... y para bien o mal, seguimos soñando.