Propondré aquí que la razón por la que la Universidad está en crisis es porque la selección de lo que se enseña no coincide con los intereses de quienes gobiernan (no me refiero a un partido político sino en general al momento histórico), pues "Lecciones y selecciones tienen más que ver entre sí de lo que ningún historiador de la cultura haya podido pensar" (68).
Quienes se quisieron inventar la modernidad del país, salir de la monarquía, secularizar lo político, meternos en el tren del progreso, tuvieron entre sus primeros argumentos que hacía falta un sistema de educación. Según Jurgen Habermas, no es que sin la educación no haya médicos o abogados o ingenieros, que hacían muchísima falta en aquel país que estaba poblado de anémicos niguosos, donde lo social (matrimonios y nacimientos), lo político (¿qué?), lo económico se daba al margen de la ley, todos perdidos por la floresta. El caso es que sin educación no hay democracia. El sistema educativo, a nivel básico y superior posibilita que la gente participe en el proceso de formular las leyes que los gobiernan. Eso defendió el alemán, hijo del proyecto ilustrado que ponía su fe en la razón humana.
Hay que recordar lo prominente que fue la educación para todo proceso de cambio social, político y económico que se proponía beneficiaría a la mayor cantidad de gente. Aunque no fuera cierto, se pretendía que sí y allí estaba la cosa pública, las fuentes de agua en los parques, los parques, las aceras, la educación de las masas. Esta última ocupó un lugar central mientras que el conocimiento se haya pensado de forma elitista y excluyente. Mucho se ha dicho del sistema educativo que quiso imponer Vascocelos en México luego de la Revolución de 1910. Para su mirada, México tenía que olvidarse de sus tradiciones indígenas, que podían quedar pintadas en la pared según Diego Rivera las entendía, mientras se aprendía de memoria los clásicos. Antes de eso Andrés Bello pensó la educación para formar americanos luego de las guerras de independencia. El caso es que los estados han visto que la educación es, más allá de las ideas de Habermas, un modo de crear hegemonía, consenso, como también supo Muñoz quien creó la DECEP y llevó "educación" incluso a los campos y los analfabetos (por eso su interés en el cine). Y antes, a quienes defendieran la presencia de los gringos en el país después del 98 les bastaba recordar que la relación con esa potencia era una mejoría en comparación a la barbarie con España. Había, sí, gobierno militar, pero Ashford estaba curando la anemia y habían fundado una Universidad apenas llegaron, en 1903.
Acabo de llegar de una conferencia en Brasil donde un colega me comunica que el estado mexicano tiene la intención de convertir todo el sistema de educación pública en institutos técnicos, vocacionales. Recuerdo que en este país hace décadas que no saben qué hacer con el Sistema de Educación y ya vamos por ¿cinco? secretarios de educación en este cuatrienio. Por otra parte, la educación universitaria se ve como un negocio que está en pérdida por lo que hay que demostrar que la inversión es rentable. Y mientras vamos a desmoronar la Editorial, el periódico Diálogo, le seguirá la radio.
Lo que sucede es, como propone Sloterdijk: "La era del humanismo moderno como modelo escolar y educativo ha pasado, porque ya no se puede sostener por más tiempo la ilusión de que las macroestructuras políticas y económicas se podrían organizar de acuerdo con el modelo amable de las sociedades literarias" (29). El humanismo ha muerto.
Me preguntaba en voz alta, delante de mis estudiantes precisamente eso, por qué ya los estados entienden que pueden prescindir de la educación masiva. ¿Cómo piensan que comunicarán que sus intereses son democráticos, cómo crear la ideología, la superestructura, el superego que garantiza el consenso (siempre combatido por algunos, pero manejable)? Luego pensé, no hace falta el sistema de educación. Su función la han usurpado los medios. Y leo a Sloterdijk que añade por esa misma vía:
"Estos breves apuntes dejan clara una cosa: la cuestión del humanismo es de mucho mayor alcance que la bucólica suposición de que leer educa. Se trata nada menos de que de una antropodicea, es decir, de una definición del hombre teniendo en cuenta su apertura biológica y su ambivalencia moral. Pero sobre todo, se trata de la pregunta por cómo puede el hombre convertirse en un ser humano verdadero o real, ineludiblemente panteada desde aquí como una cuestión mediática, si entendemos como medios aquellos instrumentos de comunicación y de comunión a través de cuyo uso los propios hombres se conforman en eso que pueden ser y que serán" (35-36)
Propone, siguiendo a Heidegger, que Europa fue el teatro de los humanismos militantes, en el sentido de que se pusieron en práctica distintos modos de poner al hombre como centro de todo lo creado, controlándolo todo para supuesto beneficio de las masas. Tanto el nacismo, como el fascismo y el comunismo fueron tan catastróficos como el liberalismo sigue siendo. Queda la pregunta: "Qué amanzará al ser humano, si, después de todos los experimientos que se han hecho con la educación del género humano, sigue siendo incierto a quién o a qué educa para aqué el educador?" (52).
Me temo que en esa pregunta está el meollo de la crisis económica de la Universidad. Si no el estado vería que necesita gente educada para el progreso que propone construir para el futuro. Aún visto desde el punto de vista más cínico posible, para ese futuro habría que dominar la tecnología, las estrategias de comunicación y los medios de información y para ello la cultura que se adquiere en la Universidad. Pero piensan que no nos necesitan.
Citas tomadas de "Normas para el parque humano" de Peter Sloterdijk
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