domingo, 5 de diciembre de 2010

De sexo, antropofagia y las sombras del dolor

Una mujer regordeta, vestida de forma más que conservadora, de tonos rosados, obsesiva compulsiva, de cara siempre sonriente y tono de voz siempre dulce, goza.  Su goce es aparente cuando tortura al otro, a Harry por ejemplo.  Lo hace escribir sobre su propia piel que no debe decir mentiras, cuando lo que ha dicho es una verdad que ella no quiere (no puede) escuchar porque se derrumbaría el Orden del Padre que le proporciona la seguridad que necesita.  Me refiero a Dolores Umbridge, personaje importante de las tres últimas películas de Harry Potter (también leí los libros, pero el personaje adquiere carne en la pantalla, más que en mi imaginación que no entiende ese goce, pero a eso vamos).

Otra mujer regordeta, vestida en ropa de trabajo, pero provocativa, digo que es de un anaranjado subido, estridente, por dar más señas, habla con otra mujer que duerme.  Le cuenta que a pesar de militar en el partido conservador, entiende que en lo que Franco no la pegaba era en eso del sexo.  La represión del sexo no tiene ningún sentido, según ella.  Está harta del colágeno, las liposucciones, del partido, de todo, menos del sexo.  Esa mujer según mi parecer es un "monstruo".  Es un ser hecho de partes de entes pertenecientes a distintas especies.  Ella come flanes, huele cocaína, y hace anécdotas a partir de las que explica que a los 3 años lamentaba que no hubiera habido un pedófilo en su familia. (El video está abajo de este comentario).

En su Filosofía del tocador Sade se propone revolcar la sociedad burguesa en su escencia, no corrompiendo a la virgen joven, sino habiéndola convertido en diabla (vampiresa) cuando la muestra en la última escena dirigiendo, cual conductor de orquesta, un acto de violación a su propia madre.

Los discursos conservadores siempre quieren controlar el sexo, tal vez porque intuyen que el orden social depende de ese control y no otro.  Eso investigó Foucault en su Historia de la sexualidad.  El libro tiene 3 volúmenes y a mí me parece que nunca llega a decir lo que quería, aunque dice que en la modernidad es el momento histórico cuando más se habla de sexo.  La sociedad tiene mucho interés en controlarlo, precisamente en el momento en que se proclama que "todos los hombres (blancos y burgueses) son creados iguales", pues la burguesía (el capital) quería controlar la sociedad y desplacar la nobleza y otros privilegios de castas.  El control de las jerarquías, del trabajo, de los clanes, entonces, si todos son "iguales", entra en crisis si no se controla el sexo.

Como Sade, los liberales plantean libertades para los individuos, aunque le pese a la madre; a la madre y no al padre, porque es ella quien reproduce el orden social mientras que el padre se desentiende porque él ES la ley.  He ahí el goce rescatado como uno de los espacios de libertad en oposición al orden burgués (aunque no es fácil decir por qué).  Umbridge es esa madre que vela por la ley, que necesita el control y lo reivindica porque ese orden le otorga privilegios y los previlegios, sépanlo quienes los gozan; se viven con goce.  Ese goce reside, entonces, en la circunstancia de tener poder y poder ejercerlo.

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